Iván García Moreno es educador social y sexólogo especialista en diversidad funcional. Colabora activamente con Aspaym Baleares (asociación de personas con discapacidades físicas) para romper los tabúes y los prejuicios sexuales que sufren doblemente las personas con discapacidad, sobre todo las mujeres. «La sexualidad es de todos, también de las personas discapacitadas», dice García Moreno. «Cuando hablamos de discapacidad el sexo no solo es un tabú, es un tabú con pluses. Es muy importante visibilizarlo. El sexo hay que vivirlo, aunque sea de forma íntima entre cuatro paredes, lo que no se nombra no existe», dice el experto.
«Ver a dos personas de la mano dándose un beso, abrazándose o tocándose como hace cualquier persona no tendría que llamar la atención cuando los que lo hacen son personas con diversidad funcional. Hay chicas discapacitadas que me cuentan que les preguntan: ¿Tu pareja es como tú? Deben pensar aquello de ‘Dios los cría y ello se juntan' y eso es algo que es discriminatorio. Las mujeres están en situación de vulnerabilidad, también en lo sexual y eso ocurre aún más si eres una mujer con una discapacidad», dice García Moreno.
El sexólogo ayuda a los usuarios de Aspaym y a su entorno más próximo para el desarrollo de una vida sexual plena, sana y afectiva, más allá de su discapacidad. Enseña a superar las barreras físicas a la hora de mantener relaciones personales o interpersonales de carácter sexual y activo utilizando productos de apoyo. «Hacemos pases en los que hacemos una búsqueda activa con ellos de productos de apoyo sexo afectivos. Igual que puedes adaptar el espacio de tu entorno a una persona con diversidad funcional, también puedes adaptar el sexo recurriendo a aparatos. Si después de una terapia de rehabilitación te enfrentas a una imposibilidad compleja para mantener sexo tienes que saber que puedes recurrir a productos como el satisfayer (entre otros) que se pueden adaptar. Hay muchos productos en el mercado que facilitan la práctica. Los hay por ejemplo con manos libres, con ventosa…», explica Ivan García.
El sexólogo no solo forma a las personas discapacitadas sino también a su entorno y a los profesionales sanitarios que se interesan. «El problema es que hay pocos profesionales y las personas con diversidad funcional llegan perdidas», dice. Una de las claves para mantener una vida sexual activa es ampliar el número de espacios de ocio accesibles para las personas con dificultades de movilidad. «Hay que pensar que parten con una desventaja respecto al resto de personas, si no puedes acceder a una discoteca, por ejemplo, no tienes el mismo número ni tipo de interrelaciones», explica.
«Si las necesidades no son atendidas de forma correcta al final muchos van a buscar relaciones más idílicas, platónicas, muchas veces a través de internet y la situación empeora. Sería mucho menos complicado y más fácil formar a los profesionales para que detecten y deriven a los equipos de sexología a las personas que se encuentran con este tipo de dificultades», añade. Para el sexólogo es imprescindible «entrenar conductas sexuales activas para evitar que se produzcan situaciones inapropiadas. La solución no es frustrar ni castrar».