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El ‘cohousing' no se afianza en Mallorca por la dificultad para conseguir terreno

Este modelo, que plantea viviendas colaborativas y autogestionadas para séniors, no está aún reconocido por las instituciones

Socios de Plegats. Por orden, Joana Tomàs, Maria Martínez, Lydia Soria, Josefina Castro, Paqui Bonet, Isabel Lopez, Felix Seebacher, Pedro Rodríguez, Remedios Peinado y Manuel Palomino, de Plegats.

| Palma |

Son viviendas privadas pero donde prima la colaboración y las zonas comunes. Se puede entender como una residencia de estudiantes pero para personas mayores de 50 años y que ellos mismos sean los que gestionen el espacio. Esta es la filosofía del cohousing sénior, un estilo de vida que cada vez avanza más en Europa pero que cuesta consolidar en Mallorca. Actualmente, hay tres asociaciones constituidas y cada una presenta un modelo de convivencia similar. Sin embargo, los principales problemas que afrontan son la dificultad para encontrar terreno para construir y la falta de conocimiento por parte de las instituciones.

La asociación Plegats, constituida en julio de 2020, es la última cooperativa que se suma al cohousing. En estos momentos cuenta con 15 socios. Su proyecto plantea la construcción de un máximo de 20 viviendas en un núcleo urbano. Pedro Rodríguez, uno de los fundadores, explica que esta idea surgió hace seis años entre su grupo de amigos del Club d'Esplai Jovent. «Nos planteamos montar casitas juntos a partir de cierta edad porque entre todos podríamos hacer muchas cosas sin ser una carga para nadie».

Cooperativas

Kanostra Habitatge Cooperatiu fue el primer intento de cohousing sénior en Mallorca hace ya cuatro años. En los últimos meses, los socios se dividieron y crearon dos asociaciones de viviendas colaborativas: Casal Mallorca y Es Llindar Projecte Cooperatiu. Josep Ramon Balanzat, socio promotor de Casal Mallorca, destaca la dificultad para encontrar un terreno y empezar a construir. Las distintas asociaciones tienen claro que eligen un pueblo de Mallorca antes que Palma, que el edificio sea sostenible y adaptado y no más de dos alturas. En el caso de Plegats, Pedro Rodríguez especifica que su modelo de vivienda parte de habitáculos de unos 65 metros cuadrados, con dos habitaciones, baño y cocina. «Lo más importante es que esto no es una residencia al uso, sino viviendas colaborativas con espacios comunes. Incluso planteamos que, si nuestra zona es suficiente, pueda contar    con    guarderías o centros de día».

Imagen recurso de la cooperativa catalana La Borda.

Plegats hizo una aproximación presupuestaria en 2020 y construir unas diez viviendas estaría entre los 150.000 euros y 200.000 euros. Sobre la ubicación, de momento han tanteado zonas como Inca o Porreres pero conseguir suelo «es lo más complicado». La cesión del uso de un terreno por parte de un ayuntamiento, dice, «sería lo mejor». Por su parte, Josep Ramon Balanzat también comparte que «la adquisición de terreno nos está limitando mucho» y lamenta que los ayuntamientos tampoco extienda la mano a este nuevo modelo de vida «porque tampoco saben lo que es el cohousing».

El apunte

Un movimiento que nació en los años 70 en Dinamarca

Este movimiento nació en los años 70 en Dinamarca y Holanda. Al principio, la idea era alojar a parejas jóvenes para que se ayudaran mutuamente con los hijos y las tareas del hogar. Con los años, esta idea se extendió a otros países y la idea se ha vuelto especialmente popular pero no entre los jóvenes, como era de esperar, sino entre la gente mayor.

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