El actual conflicto en Ucrania tras la invasión rusa ha marcado las políticas migratorias de Europa. Según los últimos datos de la ONU, más de siete millones de personas han huido del país desde el inicio de la guerra. Este hecho ha provocado que los países de la Unión Europea, como España, trabajasen in extremis en la elaboración de un plan de acogida para los más de 76.000 ucranianos que han llegado a este territorio.
La activación de la Directiva de Protección Temporal, una vía que se creó durante el conflicto en Yugoslavia pero que nunca se había puesto en marcha, pone en cuestión el trato de Europa hacia este tipo de desplazados de Ucrania. ¿Por qué se habla de refugiados de primera y de segunda? ¿Cómo se entiende la implicación de la UE en este nuevo conflicto? ¿Qué opinan los expertos?
Rocío Redondo, coordinadora autonómica de los programas de migrantes y personas refugiadas de la Creu Roja Balears, lleva más de 20 años trabajando con estos colectivos. Explica que Europa «ha vivido una entrada masiva de personas en muy poco tiempo que nunca antes se había visto». Creu Roja es la única entidad en el Archipiélago balear que ha gestionado la entrada de refugiados o desplazados.
Redondo aclara que «todas las personas en acogida temporal siguen el mismo criterio del manual ministerial». Sin embargo, explica que en el caso de los refugiados ucranianos se han tenido que flexibilizar los planes «para «priorizado las necesidades básicas –el alojamiento y la comida– y de emergencia» a fin de no dejarles en la calle.
Es por ello que se activó la protección temporal como la vía más directa a las ayudas estatales. Redondo informa que los países miembro se amparan bajo decisiones europeas. «Los sirios, por ejemplo, se incorporaron dentro de programas normalizados, con la diferencia de que venían de un conflicto y, por ello, se les concedió la protección subsidiaria o, en algunos casos, el estatuto de refugiado».
Comparaciones
«Los fenómenos migratorios han existido siempre y África es uno de los continentes más afectados pero no sale en prensa», afirma Antònia Rosselló, gerente del Fons Mallorquí, que ha vivido distintas crisis migratorias en todas las partes del mundo. Opina que la situación con los ucranianos se ha podido solventar muy rápido «porque es Europa».
El Fons Mallorquí trabaja de forma directa con campos de refugiados en países como Líbano, Grecia, el Sahara Occidental o Uganda, entre otros. Rosselló habla incluso de «racismo y xenofobia» por el trato que se les da a unas nacionalidades u otras. Lo justifica así: «La pobreza o la raza tienen que ver con recibir antes o más tarde el estatuto de refugiado». El mundo contempla con los ojos cerrados «conflictos cronificados». Así se refiere Rosselló a la hora de hablar de dos realidades: la de los países ricos y la de los territorios pobres. «Libia es, ahora mismo, uno de los países más peligrosos para los propios ciudadanos. Intentan cruzar la frontera y no pueden porque la guardia costera lo impide».
En consonancia, la directora ejecutiva de UNRWA España, Raquel Martí, advierte que «el trato preferencial a determinados refugiados no es nuevo en la Unión Europea. Europa ha desarrollado mecanismos destinados a favorecer y agilizar solicitudes de refugiados de ciertos países, otorgándoles acceso preferencial a la protección internacional». Por ejemplo, Martí recuerda que desde la crisis de refugiados sirios, tras llegar a Grecia e Italia, «hemos sido testigos de cómo los refugiados de países como Palestina, Irak, Afganistán o Pakistán, entre otros, experimentaron discriminación a la hora de solicitar asilo».
Amnistía Internacional puso en marcha una serie de campañas a favor de los refugiados sirios. Recordarán la célebre frase Refugees Welcome (bienvenidos refugiados). En Balears, «Puigpunyent fue el primer pueblo de España donde el pleno del ayuntamiento apoyó en 2016 nuestro manifiesto para acoger a los sirios. Es una respuesta que hoy sigue en marcha en todo el país», añade Carlos Martín, coordinador territorial de Refugees Welcome, portavoz de Balears Acollim y activista del movimiento global.
Desde esta postura, recuerda que la implicación de la ciudadanía fue completa ante una situación dramática. El mundo se sensibilizó cuando salió la imagen del niño muerto Alan Kurdi en la costa siria». A ojos de Martín, no se puede extrapolar esta crisis migratoria con la ucraniana, pues opina que, estos últimos, «nos llegan más por ser parte de Europa y la guerra puede tener consecuencias colaterales para el resto de países», pero sí cuestiona el papel de la política.
La profesora de Derecho Internacional Público de la UIB, y secretaria del Laboratorio de Derechos y Libertades de Baleares, Valentina Milano, considera que «la respuesta de acogida que se le da a esta última crisis es muy distinta a la que se dio años atrás a los sirios o a otros refugiados. Me pregunto por qué, en situaciones de extrema gravedad, como ha ocurrido, no se aplicó la protección temporal». Esto, dice, «responde a una voluntad política y varía en función del tipo de desplazados y de dónde se produce la guerra».
Milano sostiene que «la UE no es un ejemplo de acogida. Turquía ha acogido a tres millones de desplazados, mientras que el Líbano, dos. Europa no fue capaz de reubicar a los miles de sirios cuando todos se encontraban en el sur de Grecia e Italia, a pesar de que la solidaridad está dentro de los tratados europeos».
De primera y de segunda
No se pueden comparar las diferentes formas de acogida, ni tampoco distinguir por nacionalidades. En ello insiste la coordinadora de Creu Roja, Rocío Redondo, ante la cuestión de si hay refugiados de primera o de segunda. «Los sirios vinieron a través de un programa de reubicación planificado y programado por los gobiernos. Las autonomías se ofrecieron para acoger y, en función de eso, se pidió al Estado un esfuerzo para activar plazas temporales».
La ley estatal contempla las siguientes supuestos para obtener el estatuto de refugiado: por persecución en su país, por motivos de raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas, pertenencia a determinado grupo social, de género o de orientación sexual. Sin embargo, hay casos excepcionales, como pasa con la población ucraniana, por motivos bélicos; o con la población venezolana que se puede justificar su protección por razones humanitarias. «Al entrar en un recurso de primera acogida las ayudas son las mismas para todos», subraya Redondo.
España es uno de los países de Europa que menos reconoce la protección internacional. La profesora Valentina Milano lo corrobora y apunta que «los porcentajes bajaron cuando, a partir de 2018, empezaron a subir las solicitudes de asilo. Esto responde, no tanto a los criterios que marca la ley sino a criterios de oportunidad».