La Hermandad de la Santa Caridad y San Junípero Serra vivió este sábado una emotiva ceremonia en la iglesia de la Merced de Palma, donde tiene su sede canónica, que reunió a numerosos hermanos, fieles y familiares. Al acto asistió la presidenta de la hermandad, María del Mar Mus; miembros de la junta y el general Fulgencio Coll, quien fuera antiguo Jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra (JEME) y actualmente es concejal de grupo municipal de Vox en el Ajuntament de Palma.
Al no celebrarse misa, hubo un cántico de entrada, seguido de la lectura bíblica del padre Ignacio Conesa, sobre a las negaciones de San Pedro, haciendo referencia al paso de dicha hermandad.
A continuación, se bendijeron las medallas para unos treinta nuevos hermanos y una nueva túnica de tisú de plata, bordada con hilo de oro, para el titular, Nuestro Padre Jesús de la Redención, realizada por José Segura, que estrenará en la próxima procesión del Jueves Santo.
A esta bendición cabe sumar otra de un cordón y un cíngulo para la imagen del mencionado titular, dos rosarios del siglo XVIII, y la faja de oficial de Estado Mayor, donada por el general Coll, pieza de color azul que ciñen dichos oficiales, para la imagen de Nuestra Señora de los Desamparados y Misericordia, titular de la hermandad.
En el altar mayor, el general entregó la faja a la camarera de la Virgen, Sandra Salazar, y ésta se lo pasó a la vestidora, Doina Rosioru, quien se lo colocó. Será la primera imagen cofrade que la lucirá de este color y rango en Palma. Siguió a este acto la imposición de medallas a cada hermano, por parte de la presidenta, María del Mar Mus, quienes previamente juraron con la mano sobre el libro de estatutos.
La presidenta de la hermandad recordó en su parlamento las vicisitudes habidas desde hace años hasta poder lograr tener el paso de Las negaciones de San Pedro, agradeciendo la labor de muchos colaboradores y a todos los hermanos por su esfuerzo.
Después del besapies y besamanos la banda interpretó el Ave María y se rezó el Padrenuestro. Mientras se repartieron cirios entre los fieles. Una vez apagadas las luces se procedió a llevar a la imagen de Cristo, obra de Ramón Martín, por el pasillo central del templo hasta llegar al paso donde fue instalado con la ayuda de un elevador. Una vez arriba, se interpretó la Marcha Real y el padre mercedario Ignacio Conesa dio la bendición.