«No estuvo en protocolo por tuberculosis hasta que mi compañera le hizo la autopsia». Los forenses que intervinieron en el 'caso Alpha Pam' han coincidido al descartar que el joven senegalés, que falleció en 2013, nunca fue diagnosticado de la enfermedad: ni en el centro de salud de Can Picafort, donde había un brote activo, ni en el Hospital Comarcal de Inca. Además, destacan que en este segundo centro no se activaran medidas de aislamiento ni de precaución, señal, a su entender, de que la médico y el enfermero acusados no supieron que se trataba de esa enfermedad.
De hecho, el forense considera como «razonable» que la doctora considerara que el paciente podía presentar una bronquitis, por la que le recetó antibióticos y le prescribió que regresara al centro de salud en dos días si no mejoraba, cosa que no hizo. Con la pericial de los forenses ha quedado cerrada la prueba del juicio por homicidio imprudente en la muerte del joven. La Fiscalía mantuvo como definitiva su posición inicial, en la que descartaba que exista una imprudencia grave por parte de los acusados.
Contra ellos sólo acusa la madre de Pam, cuya representación sí sostiene que existió un delito al ignorar un volante de derivación del centro de Can Picafort en la que se expresaban las sospechas de tuberculosis y se pautaba una radiografía de tórax para confirmar o descartar la enfermedad. Los acusados sostienen que nunca vieron ese papel y la representación de la madre sostiene que el joven la entregó en admisión, donde sí se incorporó al expediente informático. La acusación también ha presentado el informe de un especialista en enfermedades infecciosas quien sí considera que se debió hacer esa radiografía ante los síntomas que tenía el paciente, independientemente de las sospechas por tuberculosis.