De raigambre mallorquina, Alfonso Enseñat Villalonga (Barcelona, 1928) dictó una conferencia en 2016 en la Casa de América (Madrid), traducida al italiano —publicada y distribuida en todas las universidades italianas y a las autoridades de Génova— en la que explicaba la genealogía completa de Cristóbal Colón desde el siglo VIII y demostraba, a través de un nuevo camino, que el descubridor era genovés. Sus investigaciones de entonces dieron la vuelta al mundo y de las mismas se escribió en periódicos de 20 países (rusos, japoneses, franceses, italianos, alemanes, etc.).
Posteriormente publicó un extenso volumen sobre Colón en la editorial Marcial Pons y ahora —siempre ha sido, Alfonso, un hombre muy activo— va a editar un libro, con prólogos del periodista e historiador italiano Sandro Pellegrini y del duque de Veragua (sucesor directo de Colón), en el que ofrece nuevas aportaciones sobre el Almirante de la Mar Océana. Y dos libros más, uno sobre la familia mallorquina Villalonga con su genealogía que viene de l'Histoire du Llanguedoc y otro sobre la historia de Can Bordils, que fue la casa de su madre (entre 1898 y 1925) y que compone uno de los rincones más pintorescos del casco viejo palmesano. Allí se encuentra hoy el Arxiu Municipal de Palma. Alfonso Enseñat recibe a este diario en su preciosa casa matritense, llena de detalles mallorquines y de recuerdos….
¿Cómo inició usted su actividad como ingeniero industrial?
— Tras hacer las milicias universitarias en la Armada, lo que me permitió navegar por aguas canarias y saharianas, comencé a trabajar como ingeniero en la fábrica Pirelli de Vilanova i la Geltrú, allí se fabricaban productos varios del caucho, desde bandas transportadoras hasta guantes de cirugía. En 1963, año del asesinato de Kennedy, me dieron una beca y estuve nueve meses en la Universidad de Columbia (Nueva York) y un mes en Puerto Rico. Ya entonces comencé a trabajar en el Cuerpo de Ingenieros del Estado.
Usted es barcelonés pero sus raíces son completamente mallorquinas...
— Mi madre, Villalonga, era mallorquina y su genealogía parte de la misma conquista de la Isla por Jaime I. Mi padre, Enseñat, procede de una familia de comerciantes también mallorquines que en el siglo XIX tenían un bergantín, «El Fénix», de gran tonelaje, que hizo unos 60 viajes a Cuba, tal fue así que a uno de sus tres propietarios, José Nicolas Enseñat Ferrá, lo hicieron a título honorífico teniente de navío de la Armada. Mi bisabuelo Manuel Villalonga Pérez fundó la Cruz Roja de Balears hace 140 años y mi tatarabuelo Francisco Mariano Villalonga Escalada fue un gran hacendado, era la octava fortuna de Mallorca. Por otra parte, yo he ido siempre por Navidad y en verano a pasar temporadas en Mallorca.
Tengo entendido que la biblioteca de su tatarabuelo, Villalonga Escalada, fue muy importante…
— Así era, él reservaba plantas enteras de hoteles en Paris, de allí recibía en Mallorca casi todos los libros que se publicaban en Europa. Se los enviaban grabando en los volúmenes «Villalonga Escalada, librero», se creían que tenía una librería, pero esos libros eran para su deleite. De los miles de libros que atesoró los más raros y valiosos fueron vendidos por su heredero, Antonio Villalonga Perez, senador y masón de la logia Reforma, grado 25, a la Biblioteca Nacional de Francia.
Resulta paradójico que un casi mallorquín como usted sostenga que Colón no fue mallorquín…
— Pues mira, en mis primeras investigaciones sobre Colón llegué a la conclusión falsa de que era mallorquín, tengo cientos de páginas escritas sobre ese asunto, pero a medida que fui profundizando me encontré con que era genovés. De todas formas, a través de varios personajes y situaciones, Mallorca sí tuvo un papel relevante en el descubrimiento de América.
Pero ya sabíamos que era muy posible que fuera genovés…
— Sí, algunos historiadores, desde el siglo XVIII, habían intentado demostrarlo pero su forma de hacerlo era falaz. Yo abrí un nuevo camino en el sentido de que me puse a investigar pensando no como un historiador profesional sino como un ingeniero. Me fui al Archivio di Stato di Genova y me leí los resúmenes o regestas de 330.000 actas notariales del siglo XV otorgadas ante 47 notarios, escritas en latín y fui enlazando y montando el árbol genealógico de Colón. Muy laborioso fue todo aquello y a la vez fructífero.
¿Cómo fue el mecanismo de sus averiguaciones?
— Pues empecé a estudiar los «alberghi» genoveses que son zonas de la ciudad en las que vivían familias del mismo linaje, di con el «albergo Colonne» cuyos ancestros venían de los Colonna de Roma y estos a su vez de Escocía, de los Scotto. Colón era de ascendencia nobiliaria…
¿Por qué el Almirante no quería que se supiera de donde era?
— Colón practicó con los Doria la piratería y el corsarismo contra los Reyes Católicos que fueron los que impulsaron el Descubrimiento, lógicamente no quería que estos supieran que había luchado contra ellos.
Entonces lo de Mallorca y Colón, ¿en qué queda?
— Pues en que no era mallorquín, pero si conocía y estuvo en Mallorca cuando frisaba los 18 años y tuvo relación con los Caballeros Hospitalarios de la Orden de Jerusalén y Rodas (luego Orden de Malta), eso está documentado en las Rúbricas del notario Bernat Contestí en las que se lee «Christoforus Colom-Hospitalis in Civitate Maioricarum», ese legajo se conserva en el Arxiu del Regne de Mallorca. Luego tres topónimos de la bahía de Palma se los puso Colón a una isla caribeña en 1493: Punta de la Playa, Punta del Arenal y Cabo de la Galera. Por otra parte el hermano de Colón, Bartolomé, alabó la cerveza y el buen pan que se hacía en Balears.
Vayamos, para terminar, con su futuro libro sobre Can Bordils…
— Mi madre nació allí. En el libro estudio el recinto murario de la zona, el de la Almudaina, que tenía cuatro puertas férreas protegidas por dos torres fortificadas, también desmenuzó los personajes que vivieron allí y los sucesos y banderías que acontecieron en aquel trozo del casco antiguo palmesano amurallado por los romanos.
¿Alguna curiosidad sobre Can Bordils?
— Hay muchas, por ejemplo no se podía construir junto a la muralla, más tarde se pudo hacer y de ahí el arco o voladizo de Can Bordils, que en tiempos de mi madre se utilizaba como despensa de cocina. Tantas cosas que contar de nuestra historia.