«No pretendo crear polémica, ni criticar, ni enfrentarme a nadie, pero creo que es necesario dar información a la gente para que reflexione y decida». Nadiya Popel, médico de Urgencias del Hospital Mateu Orfila ha querido alzar la voz para compartir «mi dolorosa experiencia» en el último mes, en el que ella y los otros médicos del servicio han atendido a 19 personas a las que se había administrado la vacuna AstraZeneca, y que han acudido al hospital relacionando sus molestias con la administración del fármaco anglosueco, explica.
La doctora española, de origen ucraniano, que trabaja en el hospital desde hace 16 años, afirma que en su larga experiencia nunca había visto tantos efectos secundarios en tan poco tiempo a partir de una actuación sanitaria. «Entiendo que todos queremos buscar la salida a esta difícil situación, pero tenemos que preguntarnos a qué precio y si no hay mejores opciones que esta». Popel ya ha trasladado esta percepción tanto al gerente del Hospital, Romà Julià, como a la directora médica, Tamara Contreras y al jefe de Urgencias.
De las 19 personas que acudieron al Hospital tras vacunarse –14 mujeres y 5 hombres–, todas tienen entre 23 y 62 años, sin antecedentes médicos de interés, y pertenecen al colectivo de docentes. Dos de ellas han precisado ingreso y una de las féminas ha sido trasladada al Hospital de Son Espases por sospechas de meningoencefalitis. La otra está en planta del hospital con cefalea importante y dolor de piernas para estudio neurológico.
La doctora Popel se muestra partidaria de detener la administración de la vacuna AstraZeneca, «es mi opinión en función de lo que estoy viendo», y así se lo ha trasladado a sus superiores.
La clínica de los vacunados con efectos es «muy heterodoxa, muy poco clara». Los pacientes han acudido con dolores de cabeza fuertes y duermen mal, algunos tienen hormigueo en las piernas, temblor en las extremidades, dificultad para caminar, mareo, síncope y vértigo.
La doctora revela que en Urgencias ya han recibido un protocolo para descartar trombosis de senos venosos cerebrales, «es decir, nos recomiendan que sospechemos cuando los que vienen tienen dolor de cabeza, porque sí pueden sufrirla».
Nadiya Popel subraya que desde hace ya tres semanas no hay ningún ingreso en el hospital por coronavirus, «entonces qué sentido tiene vacunar a la gente cuando no hay ningún caso si hacerlo puede provocar efectos secundarios relacionados con AstraZeneca».
Admite que se muestra afligida ante el sufrimiento humano, aunque entiende la dificultad del momento para tomar decisiones correctas. Pero recuerda que hay países y regiones que ya han parado esta vacuna por advertir casos de trombosis. Por todo ello estima que «quizás tendríamos que buscar métodos más saludables para salir adelante».
Una de esas comunidades fue ayer Castilla y León, que decidió paralizar cautelarmente las inyecciones de este fármaco, horas antes de que la Agencia Europea del Medicamento anunciara que recomienda seguir administrando AstraZeneca, pese a hallar vínculos con casos muy raros de trombos.