La plaza de Sant Francesc sin gente y en silencio de este viernes contrastaba con el mismo escenario de un año antes, cuando todos los pasos de las cofradías de Palma estaban concentrados en la plaza, punto de inicio de la procesión del Viernes Santo, que finaliza con el Sant Enterrament en la iglesia dels Socors.
Los feligreses siguieron las celebraciones litúrgicas a través de la televisión pública o internet, que el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, ofició desde la Catedral a puerta cerrada. La celebración del Viernes Santo se centra en la lectura de la Pasión, la adoración de la Cruz y la plegaria universal, que este año hizo una especial intención para los afectados y fallecidos de la pandemia de la COVID-19. «La cruz pesada de la enfermedad del coronavirus no es la última palabra que conduce a la muerte y, cargada sobre la humanidad entera, hoy necesita de muchos cireneos que ayuden a llevarla, incluso a suprimirla», señaló el obispo durante la homilía, en la que se refería a los sanitarios al hablar de cireneos. «Son los verdaderos testigos de la verdad del amor que nos está revelando el mismo Jesús clavado en la cruz», dijo.
Por su parte, los hermanos agustinos de Palma, que se han mantenido muy activos a través de las redes sociales, celebraron el Sant Enterrament a las 22:00 horas de la noche. Se llevó a cabo a puerta cerrada en la iglesia dels Socors y sin la participación de los cofrades de la Cruz de Calatrava, pero los ciudadanos fieles a uno de los actos más emotivos de la Semana Santa palmesana pudieron seguirlo a través de Facebook. Bernat Serra, vocal de la cofradía, se asomó ayer por la tarde por el balcón de su casa, que da a la calle Ferreria y por donde pasa la procesión, para contemplar una imagen inédita del Casc Antic de Palma en un Viernes Santo.
Las calles del centro de la ciudad estaban vacías, sin el sonido de las cornetas típico de estos días, y sin la luz de los cirios que llevan los penitentes. Para rememorar estos momentos, las cofradías de Palma han echado mano de las nuevas tecnologías y mantener vivo así el espíritu de la Semana Santa.
Todos los días, pero sobre todo el jueves y ayer, se pasaron a través de las redes sociales fragmentos de las procesiones de un año antes, que muchos miraron en casa. Es el caso de Sebastià Amengual, cofrade de Nostra Senyora de l'Esperança, que este año se tuvo que conformar en apreciar el paso de la cofradía, uno de los más esperados por los palmesanos, a través de internet.
Sin embargo, las redes no han sido el único recurso para intentar recuperar esta Semana Santa confinada. El ingenio ha jugado un papel importante. La familia Led-Grau, de la cofradía del Silencio Nuestra Señora de Montesión, realizó una reproducción en cartulina de su cofradía y la hizo procesionar el pasado Lunes Santo, día en que salen en procesión desde el convento de Santa Clara hasta la iglesia de Montesión. Fue su peculiar aportación a la Semana Santa de este año. Otra peculiaridad es la que se vivió el Jueves Santo en el barrio de La Vileta, donde un grupo de vecinos ideó una original procesión que no se saltaba el confinamiento. Llevaron a la Virgen del barrio colgada por unos hilos de balcón a balcón y cantándole una saeta. A la llegada, le esperaban un grupo de cofrades. Muchos vecinos salieron a sus balcones para contemplar esta original experiencia.
De todos modos, en Palma se ha optado más por el silencio exterior. Prueba de ello es el silencio que se respiraba ayer por la tarde por el centro de Palma. Los coches aparcados en la plaza de Sant Francesc sustituían el murmullo de la gente y los pasos allí instalados de años anteriores. Los vecinos del Casc Antic vivieron el Viernes Santo como un día más de confinamiento y en la calle solo había gente paseando el perro o comprando en las pequeñas tiendas de alimentación. Solo el aplauso de las 20:00 horas a los sanitarios recordó la vida de un año antes en el barrio.
Entre la tristeza y la comprensión
Pep Serra (en la imagen circular) es el presidente de la cofradía Cruz de Calatrava, la más antigua de Palma y la encargada de organizar la procesión del Sant Enterrament, que tiene lugar el Viernes Santo.
Este viernes no se pudo celebrar, lo que provocó un sentimiento de tristeza entre los cofrades, aunque también de comprensión. El confinamiento ha obligado a los miles de penitentes que cada año recorren las calles de Palma en procesión a quedarse en casa, y para muchos es la primera vez en años que no participan en la Semana Santa. Es el caso de Pep Serra. Recuerda que procesionó por primera vez a los seis años de la mano de su abuelo, vestido de monaguillo. Este año, es el primero en 67 que no sale en procesión. «No podemos ocultar la tristeza, pero lo entendemos», reconoce. Los cofrades de la Cruz de Calatrava esperan todo el año el Sant Enterrament, que ayer vivieron desde la distancia.