Incertidumbre, preocupación y desconfianza entre los empleados de la sede de servicios online de Thomas Cook en España, situada en el polígono de Can Valero, donde trabajan unas 700 personas.
Este colectivo de trabajadores se enteraron este lunes de la quiebra de Thomas Cook por los medios de comunicación. A media mañana recibieron una comunicación de la dirección que confirmaba la bancarrota de Thomas Cook UK, pero no recibieron ninguna información oficial sobre cuál será su futuro.
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«Pinta mal», decían este lunes los pocos trabajadores que quisieron hablar. La entrada de la sede estaba tranquila, sin signos aparentes de cambio, pero la mayoría de los trabajadores no quiso hacer declaraciones.
«La gente no habla porque no sabemos nada. Los jefes están en reuniones para saber qué está pasando», decían algunos. Joan Martorell, con 25 años de experiencia en Thomas Cook, era optimista porque confiaba en que la quiebra solo afectara a la división británica y, en cambio, la continental –que engloba los turistas alemanes y escandinavos–, se salvara.
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Martorell añadió: «Thomas Cook es muy grande, es un conglomerado. Siento preocupación y desconfianza. Mi situación personal no me preocupa tanto. Pero siento pena porque la empresa es parte de mi vida, hay un vínculo emocional y siempre nos han informado de las negociaciones para su viabilidad».
La preocupación era mayor entre los trabajadores de más edad. «Hace un año y medio abrió esta nueva sede. Parecía que iba bien y contrataron a muchos jóvenes que salían de la universidad», recordaba un empleado triste porque ya había estado en el paro: «Pensaba que lo había superado y ahora puedo volver otra vez al desempleo».
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En cambio, los más jóvenes no se mostraron preocupados. «Hay que ser siempre positivos. Peor es un cáncer», dijo uno de ellos.
«Hay mucha incertidumbre entre los empleados», indicó Mateo Garau, del Departamento Financiero de Condor. Mientras que Ioanna Moca, del Departamento Hotelero, no estaba preocupada por encontrar un nuevo trabajo pero sí «triste» y sorprendida: «Aunque sabíamos que había problemas en la empresa y que el turismo es un sector algo inestable, la noticia de la quiebra nos ha sorprendido».
La falta de información y la incertidumbre reinaron durante todo el día en la sede. No en vano, otras empresas turísticas mallorquinas recibieron esa misma mañana un «aluvión» de currículos por parte de trabajadores de Thomas Cook.