En el hospital de Son Llàtzer hay personal con bata blanca que no lleva estetoscopio ni termómetros. Una pareja muy especial va armada de un boli con forma de hueso, maracas y una mariposa «que se ha estrellado y se ha roto un ala». Son los payasos de Sonrisa Médica, una organización sin ánimo de lucro para quien irá la mitad de la recaudación de la primera edición de Mallorca RUHning, que se celebra el próximo domingo 6 de mayo con motivo del 125 Aniversario de Ultima Hora.
Ultima Hora ha hecho el recorrido de una pareja de payasas de Sonrisa Médica por la planta infantil de Son Llàtzer. En su arsenal no faltan las inyecciones gigantes rellenas de glóbulos rojos, verdes, «de sangre azul, naranjas de un señor de Sóller...». Supervisora Botiquina se presenta así: «Soy divina y tengo un máster de Capitana América Médico». Toribia Molécula es técnico de laboratorio pero «mezclé dos productos y ya no me dejan entrar». Ahora ejerce de «rockandrolera y poeta». Ambas buscan niños en el hospital para arrancarles una sonrisa y aliviarles el susto de tener que pasar por el centro hospitalario. Pero detrás del caos y el absurdo que parece que les domina, no hay nada al azar.
Cuando ejercen de payasas siempre llevan la nariz puesta, que se quitan cuando se ponen ‘serias'. El primer paso antes de empezar su jornada en cualquiera de los cuatro hospitales públicos de Mallorca es una reunión con las enfermeras, donde se les informa de los niños ingresados, sus patologías y estado. Así adaptan su número, improvisado, a cada circunstancia. Es la mejor manera de acertar con los peques.
Nariz payasa
En cuanto se ponen la nariz de payasas, Toribia y Botiquina comienzan su recorrido por los pasillos, tocando la guitarra y derramando pompas. Asoman las primeras cabezas de niños curiosos de las habitaciones. Una madre con un bebé en brazos acude en su busca: necesita ayuda para que se termine el biberón. En una sala con cuatro o cinco niños, la entrada de las payasas es muy celebrada.
Siguen su recorrido por consultas externas en busca de niños que deban pasar por extracción de sangre. La presencia de Toribia y Molécula tranquiliza a los niños ante las inyecciones y facilita el trabajo a los profesionales. De hecho, los payasos llevan un busca y acuden a la llamada de enfermeros y pediatras cuando se encuentran con un niño asustado o nervioso. En el escenario que es Son Llàtzer, pero también en Son Espases y los hospitales de Inca y Manacor, la improvisación manda. Toribia y Botiquina pasan por el puesto de enfermeras para informarse de nuevos casos. Una niña de dos años llora desconsolada y tomarle la tensión es misión imposible. Botiquina y Toribia acuden rápidas en auxilio de la enfermera: cantan canciones suaves, hablan de manera dulce, juegan con pañuelos... Raquel Vidal, supervisora de la planta de Pediatría, es tajante: «Somos un equipo». La Mallorca RUHning es un empujón para que este equipo siga funcionando.
23 años arrancando sonrisas
El 4 de noviembre de 1994 debutó el primer payaso de Sonrisa Médica en el hospital de Son Dureta. Tal y como señala Marta Barrio, gerente de Sonrisa Médica, «es una entidad privada sin ánimo de lucro que se financia en un 40 por cien del apadrinamiento empresarial, otro 40 por cien sale de nuestros propios eventos y el 20 por ciento restante proviene de fondos institucionales».
Esta iniciativa mallorquina surgió siguiendo el ejemplo de un hospital de París, donde se contaba con la presencia de payasos en Pediatría. Pioneros en España, con su labor consiguen reducir el nivel de fármacos y anestesia en los niños, según demostró un estudio de la UIB.
Barrio pone de ejemplo el caso de Toribia, que hace unos días acompañó hasta el quirófano a un niño e incluso «le colocó la mascarilla de la anestesia mientras cantaba. Cuando despertó después de la operación, en reanimación le esperaba Toribia tocando la guitarra».
Nanas y boleros
Los payasos de Sonrisa Médica consiguen rebajar el estrés a los pacientes con técnicas diferentes, según el público. Para bebés, nada mejor que canciones suaves. En el caso de adolescentes, funcionan los trucos de magia. Incluso pacientes de tercera edad responden bien a sus atenciones «y les cantan boleros como Catalina de Placeta».