‘Balears diu no a ses prospeccions' es la pancarta que manifestantes de más diversa ideología ha conseguido reunir en las Islas. Ayer salieron a la calle miles de ciudadanos para mostrar su rechazo a los sondeos petrolíferos convocados por la plataforma ‘Balears diu no'.
En total, cerca de mil personas se manifestaron en Menorca, alrededor de 5.000 en Mallorca y en Eivissa -epicentro del rechazo- entre 15.000 y 16.000 según la policía y más de 35.000 según los manifestantes. No fue la protesta más multitudinaria de las muchas que se han convocado esta legislatura, pero sí la primera que contó con la participación del PP.
Govern
El Govern, casi en su totalidad y a título personal, y la plana mayor de los ‘populares' se enfundaron en la marea azul a favor del Mediterráneo. El president del Ejecutivo y del partido en las Islas, José Ramón Bauzá, tampoco faltó a la cita a pesar de no haber anunciado su asistencia. Estuvo en Eivissa, junto a los consellers de Medi Ambient e Hisenda, Biel Company y José Vicente Marí, respectivamente, y el presidente del Consell d'Eivissa, Vicent Serra.
«Lo mejor que puedo hacer hoy es participar en la manifestación de Eivissa y cualquier otra cosa, sobra», aseguró el jefe del Ejecutivo. Recordó que el movimiento nació en la Isla y que ya firmó su adhesión a esta campaña. «Lo coherente era estar con la gente de Eivissa y decir claramente que no queremos las prospecciones y que no queremos que se lleven a cabo estos proyectos», indicó. Sobre la postura del Govern dijo: «Actúa en función de lo que mejor considera para las Islas, sin ningún tipo de consideraciones políticas o partidistas».
Dimisiones
La presencia de los populares no sentó bien a todo el mundo. En Palma, donde la manifestación transcurrió por el Passeig Sagrera, se pudieron oír algunos gritos de «hipócritas» y «Bauzá dimisión» al pasar por delante del Consolat. Los asistentes también reclamaron la dimisión del ministro Soria.
Sin embargo, la marcha transcurrió en un ambiente de absoluta calma y pasividad, animado al son de la batucada. La presencia de políticos no alteró una de las consignas de los organizadores de la de reclamar el carácter «apolítico» de la marcha y ninguno se situó a primera línea.
De todos modos, a las cinco de la tarde, en el Parc de sa Feixina -punto de partida- se encontraron políticos del PP, PSIB, Més, El Pi y EU. El vicepresident Antoni Gómez, los consellers Joaquín García, Jaime Martínez, Núria Riera; los dirigentes del partido Miquel Vidal y Jeroni Salom; la presidenta del Consell, Maria Salom y el conseller insular Bernadí Coll; la regidora de Cort Esperanza Crespí; la portavoz en el Parlament Mabel Cabrer; y los diputados Óscar Fidalgo y Fernando Rubio, entre otros, se estrenaron como manifestantes esta legislatura.
También acudieron empresarios como Pilar Carbonell, Bernat Coll, Bartomeu Servera y el presidente de la Cofradía de Pescadores, Antoni Garau. Tampoco faltaron a la convocatoria los diputados de Més Biel Barceló, Fina Santiago y David Abril; y otros miembros del partido como el ex conseller Biel Vicens y Antoni Verger. Los socialistas estuvieron representados por Vicenç Thomàs, Antoni Diéguez, Lourdes Aguiló y Celestí Alomar, entre otros. Josep Melià y Antoni Pastor de El Pi; y Manel Carmona (EU) también se sumaron al «no a las prospecciones».
La presidenta del GOB, Mika Noguera, y otros miembros de la formación ecologista estuvieron en la marcha, a la que también acudieron ciudadanos extranjeros. Fue una de las más ‘variopintas' de la legislatura y todos a una entonaron: «No queremos petróleo en el Mediterráneo».
Reivindicación
El Parc de la Mar fue el punto final de la marcha, aunque muchos se habían quedado por el camino. Allí dos miembros de la organización leyeron el manifiesto. Reivindicaron un «cambio sustancial en el modelo energético hacia energías más verdes y sostenibles» y destacaron la «unidad» de la sociedad balear en esa lucha.
Dejaron claro que «no está liderada por las administraciones, sino por la ciudadanía, que está en contra de la codicia del Gobierno y que no está dispuesta a prescindir de las aguas cristalinas del archipiélago, ni a su flora y ni fauna marinas, ni al turismo, el motor de la economía balear».