Dicen que los años bisiestos son épocas de grandes cambios de funestas consecuencias, períodos de desgracias y de mala suerte. Estos años están rodeados desde siempre de un halo profundamente negativo y siniestro. Por tradición se han asociado a un sentimiento pesimista. De hecho, en el refranero español podemos encontrar varias referencias que dejan constancia de esta percepción fatalista: «Año bisiesto, año siniestro», «Año siniestro, entre el hambre y el cesto», «Año bisiesto, ni casa, ni viña, ni huerto, ni puerto».
El hecho de que el 29 de febrero se produzca sólo cada cuatro años tiene connotaciones curiosas. Por ejemplo, los nacidos ese día cumplen años cada cuatro. Cuenta la leyenda que los nacidos en esta fecha tienen poderes, como la capacidad de adelantar acontecimientos o ver el futuro, bendecir y curar enfermedades.
Por el contrario, los matrimonios suelen cambiarse de fecha. Hoy, sin ir más lejos, no está prevista ninguna boda en el Registro Civil y tan sólo dos en el Ajuntament de Palma.
La existencia de este día se debe a un desfase horario entre el año solar y el gregoriano. En el calendario romano el día bisiesto, el que se añadía al calendario cada cuatro años, no era el 29 de febrero, sino el 24, ya que era el sexto día antes de las calendas de marzo. En la Unión Europea, el 29 de febrero sólo se convirtió en el día bisiesto oficial en el año 2000.
El último año bisiesto fue el año 2004. El siguiente lo será en el 2012 y así sucesivamente. Lo será si es múltiplo de cuatro (1956, 1980, 2012...), pero nunca debe ser múltiplo de 100 (ejemplo 1900). A esta regla existe una sola excepción: sí son bisiestos los años múltiplos de 400 (1600, 2400...).
Disfrutar del propio cumpleaños sólo una vez cada cuatro años bien merece una celebración. Por eso, los «bisiestos» españoles, como se denominan a los que han nacido un 29 de febrero, están convocando a todos a una fiesta que se celebra hoy en Málaga con la que buscan un récord Guinnes.
Mercedes Azagra