«Hoy, señoras y señores, les quiero hablar de Juan. Seguro que lo conocen o han oído hablar de él». Esta fue la manera que utilizó Maria Antònia Munar, presidenta del Consell de Mallorca, para iniciar su intervención en el último debate de política general del Consell de la legislatura. No, no se refería a un tal Juan mallorquín, ni mucho menos, pero en los bancos de los invitados comenzó a surgir la duda. Munar contó durante minutos -exactamente dos folios y medio-, la historia de una familia mallorquina para acabar con la moraleja: «La historia de Juan es más que una relación de comodidades o de infraestructuras que le proporcionan bienestar».
El supuesto Juan que protagonizó el inicio del debate de política general del Consell de Mallorca tiene 50 años, vive en un pueblo del interior de Mallorca, a unos 30 kilómetros de Palma. Juan está casado y tiene dos hijas, de 14 y 11 años, vive en una casa heredada de su padre que reformó, pero manteniendo los elementos arquitectónicos tradicionales, como no podía ser de otra manera. «A su entrada en Palma, Juan se encuentra con los atascos de siempre», contó Munar en una fase de la historia que muchos ciudadanos padecen cada mañana. Juan escucha una emisora de radio en mallorquín, y prepara excursiones por la Serra, siguiendo la Ruta de Pedra en Sec, una de las actuaciones del Consell de Mallorca. Por la noche, el protagonista de la historia que utilizó Munar como preámbulo de su intervención mira cada noche el informativo de Televisió de Mallorca, acompaña a una de sus hijas a los partidos de baloncesto en el pabellón de su municipio, se reúne con los amigos en el café del pueblo, y suelen acudir a restaurantes de cocina mallorquina. Allí, el tal Juan degusta el cada vez mejor vino mallorquín, según Munar.