La reina Isabel II ha muerto a los 96 años, después de que se diera a conocer que estaba «bajo supervisión médica» en el palacio de Balmoral. La monarca ha vivido dos años complicados. El 9 de abril de 2021 falleció su marido, el príncipe Felipe, pocos meses de cumplir los cien años, desde hace doce meses, la preocupación por su estado de salud ha ido en aumento, tras su ingreso en el hospital por una noche en octubre del 2021 y la suspensión de su agenda oficial durante cuatro meses.
A primeros de año contrajo el COVID, y ella misma reconoció haberse sentido muy débil y apenas poder moverse tras superar la enfermedad. La Reina se recuperó, sin embargo, a tiempo para la celebración del Jubileo de Platino, con su doble aparición desde el Palacio de Buckingham. Desde el inicio de la pandemia, Isabel II trasladó su residencia oficial al castillo de Windsor, donde tenía previsto volver a primeros de octubre.
Felipe de Edimburgo, el consorte más veterano que ha tenido nunca la corona británica estuvo durante siete décadas a la sombra de su esposa. Sentada sin nadie a su alrededor en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor, Isabel II presenció un funeral que logró reunir a todos los miembros de la realeza, incluido el príncipe Enrique, que regresó a Reino Unido sin su mujer dado su avanzado estado de gestación.
Isabel II dijo siendo joven que sería un trabajo «de por vida» y es algo que ha cumplido, quizás espoleada por la hecatombe que supuso la abdicación de su tío y por la propia pompa de la corona británica, que la convirtió en «una reina ungida» por Dios, tal y como recordó el historiador Hugo Vickers al periódico The Guardian.
Cuando Isabel II nació el 21 de abril de 1926 no estaba destinada a ser reina, sin embargo, se ha mantenido casi siete décadas en el trono. La coronación le sorprendió a los 25 años, después de que su padre Jorge VI falleciese prematuramente. Vio pasar 16 primeros ministros por Downing Street, lo que dio cuenta del pilar que ha supuesto para un Reino Unido cuyas riendas cogió con los ecos de posguerra aún latentes y que ahora hace frente a una pandemia sin precedentes.
Algunos de los principales retos a los que tuvo que hacer frente Isabel II le llegaron desde dentro de palacio, de su propia familia. Si en los noventa el divorcio de su hijo mayor y el posterior fallecimiento de su exnuera, la princesa Diana, puso su imagen contra las cuerdas, en los últimos años fue su nieto Enrique quien destapó la caja de los truenos.
Enrique y su esposa, Meghan Markle, renunciaron a seguir formando parte de la casa real británica y se mudaron a Estados Unidos por causas que no trascendieron hasta que ellos mismos las explicaron para millones de espectadores, en una entrevista televisada en la que relataron situaciones de discriminación e incluso racismo dentro del Palacio de Buckingham.
Ocho de cada diez británicos seguían teniendo este 2021 una buena imagen de la reina, según una encuesta publicada a mediados de marzo por la firma YouGov y que situó a Isabel II como la miembro más popular de su familia, con datos a los que solo se acercaba su nieto Guillermo, segundo en la línea de sucesión al trono. El teórico heredero, el príncipe Carlos, tenía el respaldo del 57 por ciento de la ciudadanía.