Las difíciles relaciones entre el Reino Unido e Irán llegaron ayer a su punto de mayor tensión en décadas con la decisión del Gobierno británico de cerrar su Embajada en Teherán y expulsar a la vez de Londres a todos los diplomáticos iraníes.
En respuesta, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán ordenó poco después la expulsión de todo el personal de la Embajada británica en Teherán.
En una comparecencia en la Cámara de los Comunes, el ministro de Exteriores británico, William Hague, ordenó el cierre inmediato de la legación iraní y dio un plazo de 48 horas a sus diplomáticos para que abandonaran el Reino Unido.
Violento asalto
Ésta fue la contundente respuesta del Ejecutivo británico al violento asalto del martes a su fortificada Embajada en Teherán, llevado a cabo por jóvenes islamistas radicales y del que el Reino Unido responsabiliza al Gobierno iraní por no garantizar la seguridad de su misión diplomática.
En este sentido, Hague explicó que, debido a las políticas de derechos humanos y los programas nucleares de Irán, las relaciones de Teherán «son difíciles con nosotros y otros países», pero esto «nunca puede poner en juego la seguridad de los diplomáticos».
El Foreign Office insistió en que ese incidente supuso «una violación» de las leyes internacionales y más en concreto de la Convención de Viena, que obliga a los Gobiernos a garantizar la seguridad del personal diplomático y embajadas extranjeras en su territorio.
Con el lenguaje más duro que se puede utilizar a nivel diplomático, el ministro de Exteriores denunció que las autoridades iraníes no hayan protegido su embajada, «algo por lo que cualquier nación se avergonzaría», y acusó a los 200 manifestantes implicados de formar parte de la milicia de estudiantes Basij «controlada por elementos de régimen iraní».
Hague relató que los manifestantes saquearon y arrasaron las casas de los empleados situadas en los alrededores de la residencia del embajador, destruyeron muebles, robaron y quemaron el principal edificio de oficinas.
Hague explicó que se había cerrado la Embajada británica en Teherán, después de haber evacuado a sus 24 empleados y sus familias, algo que no ocurría desde abril de 1997.
Mientras, España decidió ayer convocar al embajador iraní en Madrid, Morteza Saffari Natanzi, en protesta por el asalto, que nuestro país ha condenado «con firmeza».
España se une así a Alemania, Francia e Italia, que también han convocado a los representantes iraníes en sus respectivos países. Alemania y Francia han ido más allá al llamar a consultas a sus embajadores en Irán, una herramienta aún más dura de protesta diplomática y que equivale en la práctica a una retirada temporal del embajador.