Helicópteros militares israelíes dispararon varios misiles contra las oficinas del movimiento Al Fatá de Yaser Arafat en el casco antiguo de Ramala y en la vecina al-Bireh, contra la sede del servicio de inteligencia general en la ciudad autónoma de Jericó, contra la oficina del gobernador en Ramala, y contra una posición de la Policía palestina en Nablús, como represalia a dos atentados suicidas palestinos.
Todo esto ocurrió en vísperas del esperado encuentro entre el ministro israelí de Exteriores, Simon Peres, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yaser Arafat. La estación de tren de la ciudad costera de Najaría, situada a pocos kilómetros de la frontera con El Líbano, se convirtió en escenario de un nuevo atentado suicida. Por primera vez un ciudadano árabe-israelí (palestinos que permanecieron dentro de las fronteras del emergente Estado hebreo tras la guerra de 1948, adquiriendo así la nacionalidad israelí) fue el autor de un acto terrorista de estas características.
Mohammed Shaker Habishi, de 55 años de edad, residente en el pueblo de Abú Snan en la parte oeste de la Galilea, activó los explosivos que llevaba a la llegada de un tren procedente de Tel Aviv, cuando decenas de soldados regresaban a sus bases después del descanso del fin de semana. Tres soldados murieron y otras cincuenta personas resultaron heridas, la mayoría de ellas levemente.
La autoría fue reivindicada por las Brigadas Izza-Din-al Kassan, el brazo armado del Movimiento de Resistencia Islámica Hamás, a través de un anuncio en la cadena de televisión Al Manar, perteneciente al movimiento fundamentalista chiíta libanés Hezbolá.