El «canciller de la unificación», que dirigió Alemania durante 16 años y su partido durante casi un cuarto de siglo, se vio ayer obligado a comparecer ante la cúpula de la Unión Cristianodemócrata (CDU) para dar explicaciones a los actuales dirigentes, muchos de los cuales fueron pupilos suyos. Kohl reconoció que efectivamente existían en su partido cuentas paralelas, pero afirmó que en ellas iban a parar donativos para agrupaciones pequeñas de la CDU y rechazó las acusaciones de que su Gobierno se dejó sobornar.
El escándalo de la CDU surgió después de que una investigación fiscal sobre el ex tesorero del partido Walther Leisler Kiep revelara que, en 1991, éste recibió un millón de marcos (85 millones de pesetas), que no aparecen en la contabilidad del partido, del comerciante de armas Karlheinz Schreiber.
El donativo de Schreiber fue entregado poco antes de que el Gobierno diera luz verde a una exportación de tanques a Arabia Saudí, lo que ha dado lugar a las especulaciones respecto a un posible «soborno» del antiguo Gobierno, que Kohl volvió a rechazar hoy con vehemencia.
Desde que estalló el escándalo, a principios de este mes, la opinión pública alemana se hace la misma pregunta que se planteó EE UU en el momento del Watergate, «qué sabía el canciller y cuando lo supo». Kohl ofreció ayer un primer asomo de respuesta cuando admitió que conocía la existencia de cuentas paralelas; pero ni él ni sus compañeros de partido dieron detalles sobre esas cuentas porque, según explicaron en una rueda de prensa, un equipo de expertos va a abrir una auditoría y se esperará a su informe.
El ex canciller, que es aún presidente honorífico del partido, compareció ante la prensa después de tener que hacerlo ante sus compañeros de partido, para leer la misma declaración que había presentado ante ellos y en la que reconocía la práctica de las cuentas paralelas pero relativizaba su importancia. Kohl admitió que cuando era jefe del partido había dado su visto bueno a «transferencias extraordinarias» para agrupaciones de la CDU que sin esa ayuda financiera no hubieran podido sobrevivir y que por eso él las «consideraba necesarias».