Es bien conocido que el sector aéreo desempeña un rol fundamental para nuestra comunidad puesto que, aparte de ejercer como principal medio de transporte, actúa como una importante fuente de creación de empleo y riqueza. En este contexto, es necesario alcanzar y mantener un equilibrio sostenible con el medio natural en el que se asienta nuestro aeropuerto, lo que implica una importante tarea de control y vigilancia de los impactos ambientales asociados a la operativa aeroportuaria, actuando rápida y eficazmente para controlar y minimizar sus efectos con el fin de conseguir el objetivo comentado.
El aeropuerto de Palma de Mallorca, como el resto de aeropuertos de la red de AENA, cuenta con el Sistema de Gestión Medio Ambiental, que permite conocer las características del entorno natural del aeropuerto y saber cuáles son las actividades derivadas del transporte que influyen en su conservación, para que, mediante el estudio del impacto de esas actividades, podamos dar soluciones en un proceso de mejora continua.
Si bien hay numerosos aspectos medioambientales a controlar en el ámbito aeroportuario, hoy me gustaría centrarme en tres: la generación de residuos, las emisiones químicas a la atmósfera y la contaminación acústica.
Una de las prioridades de AENA es minimizar el impacto acústico generado por parte de la actividad aeroportuaria, como son las operaciones de las aeronaves. Este objetivo es instrumentalizado mediante el Plan de Aislamiento Acústico (PAA), por el cual, hasta la fecha, se han recibido algo más de 900 solicitudes de insonorización de viviendas.
En la actualidad ya se han llevado a cabo o se encuentran en fase de ejecución cerca de 800 viviendas, lo que supone más del 87% de las solicitudes recibidas.
Además, la actualización que AENA ha realizado de la huella acústica, que define el ámbito de actuación de este PAA, ha supuesto el incremento del área de protección. Dicha actualización implica la inclusión adicional de 300 viviendas más con derecho a actuaciones de aislamiento.
En lo que a reducción de emisiones químicas a la atmósfera se refiere, el aeropuerto está inscrito desde el año 2012 en el programa ACA (Airport Carbon Acreditation) con el fin de evaluar su huella de carbono y cuantificar las emisiones de CO2 y de reducirlas al máximo. Este programa independiente y voluntario está apoyado por el Consejo Internacional de Aeropuertos. Actualmente la instalación tiene la certificación en el nivel 1 y estamos trabajando para conseguir el nivel 2 en el año 2017.
Por último, me gustaría hablar sobre la gestión de residuos. Desde el aeropuerto nos centramos en el control, segregación y disposición final de forma segura de los residuos generados, en particular de los clasificados como peligrosos. Todo ello, trabajando conjuntamente con cada una de las empresas que desarrollan su actividad en el entorno aeroportuario, promoviendo el aumento de recogida selectiva y controlando el cumplimiento de la legislación en esta materia.
En resumen, el respeto al medio ambiente es un principio fundamental de obligado cumplimiento en todas las actividades del aeropuerto de Palma de Mallorca, tal como lo son la calidad y la seguridad de los servicios que ofrecemos y desarrollamos para hacer posible la convivencia y la armonía entre el desarrollo de la actividad aeroportuaria y la protección de nuestro entorno hoy y en el futuro.