El Castillo de San Carlos es desde ya un lugar utópico. Lo es gracias a las decenas de creaciones escultóricas de Joan Bennàssar, el artista mallorquín que inauguró ayer Utopía en el espacio de Palma, ubicado en la carretera del Dic de l’Oest, que son ya habitantes de los jardines, recovecos y las explanadas del emplazamiento militar.
Varios representantes políticos como el secretario autonómico de Cultura del Govern, Pedro Vidal; la vicepresidenta del Consell, Antònia Roca; el regidor de Cultura de Palma, Javier Bonet; así como el Comandante General de Baleares, Fernando Luis Gracia Herréiz; quisieron hacer acto de presencia y acompañar al artista en el evento de la inauguración.
Decenas de personas abarrotaron el patio del castillo, entre ellos Juan Carlos Caro Gallego, quien hace unos meses organizó en ese mismo lugar una proyección de La Vaquilla, la conocida cinta de Berlanga. Fue esa, de hecho, la primera vez que Bennàssar pisaba el lugar. Él mismo lo confesó ayer: «Me quedé sorprendido con lo que tenemos», dijo.
Antes que él fue el Comandante General, García Herréiz, quien habló de la obra de Bennàssar, las cuales, en su opinión, se mimetizan perfectamente «en un entorno como este, un ambiente mediterráneo y mallorquín». Utopía es, en resumen, una «apuesta magnífica» y para que se materializara medió, de hecho, el mencionado Caro Gallego, que fue quien presentó al militar y al artista.
Bennàssar, subido al escenario y flanqueado por políticos y el alto cargo castrense, realizó un discurso en el que habló precisamente de las utopías, esos lugares que no existen y cuya sola concepción supone su propia imposibilidad (utopía significa, literalmente, no-lugar). No obstante, si estos lugares son imposibles, «¿para qué sirven?», se preguntó Bennàssar. ¿Cuál es la utilidad de la utopía si cada vez que «andas 10 o 20 pasos hacia ella, esta se aleja otros 10 o 20 pasos?». «Para caminar», para seguir avanzando.
Tras su parlamento, Bennàssar presidió al grupo que acudió a la inauguración y fueron paseando por los diferentes rincones y jardines del Castillo de San Carlos a medida que les explicaba las diferentes piezas y esculturas. Así pues, las decenas de obras utópicas de Bennàssar puebla pacíficamente un lugar que no deja de tener un significado castrense, y sirven como un recordatorio de algo que el propio Bennàssar lleva años haciendo: «Expandir mi obra por Mallorca porque es una obligación para mí sacar mis esculturas a la calle», detalló.
Són guapes?