Poco antes de la presentación, minutos antes de las 19.00 horas, Lluís Llach llegaba, discretamente, a la Plaza España. Discretamente, porque no deja de ser un hombre de apariencia sencilla. Y, sin embargo, muchos de los presentes, ya sentados en las sillas del espacio central de la Fira del Llibre, ya aguardaban expectantes su aparición. La comentaban, entre cuchicheos, mientras el cantautor se hacía fotos con algunos de sus numerosos seguidores. Algunos se hicieron con unas pocas sillas apiladas, pero igualmente resultaban ser insuficientes. Decenas de personas de pie, listas para escuchar a Llach.
Los más despitados se apresuraban a ir en búsqueda de su nueva novela, El llibre daurat: per què les dones (Univers), que es el que le traía precisamente a la Isla. Tarea casi imposible, pues la obra ha tenido mucho éxito y se encuentra en reimpresión, anunciaba Tià Sabater, de Drac Màgic, a una clienta, que conseguía el último ejemplar disponible. El público era, en su mayoría, lectores de su misma generación y todos parecían tener alguna anécdota sobre el artista catalán. Una lectora, por ejemplo, comentó que tuvo la suerte de entrevistarle hace veinte años para una revista castellera, justo antes de una actuación, «algo insólito, porque nunca concedía entrevistas antes de un concierto». La entrevista, recuerda con risa nostálgica, se realizó en un modesto baño, «porque era el único sitio en el que se podía hablar tranquilamente, sin ruidos».
Visita
Sin tiempo que perder, Carme Castells, directora de la Fundació Mallorca Literària, maestra de ceremonias de la presentación, ha dado la bienvenida a su acompañante, «un homonàs y amigo querido» que, a su turno, se quitaba la gorra en un gesto tímido. Castells, –que de forma intermitente ha estado acompañada en esta labor por la actriz Bàrbara Nicolau, que ha ido leyendo pasajes de la novela–, ha empezado su intervención riñendo cariñosamente a Llach por no dejarse caer más por Mallorca, a lo que él achacó a que «ya no canto». Con todo, la gestora y poeta se apresuró a preguntar al público si irían a un concierto de Llach, a lo que previsiblemente el público contestó con un ‘sí’ coral. «Vengo más por conspiraciones políticas», ha admitido.
A continuación, un breve repaso por la sobradamente conocida trayectoria de Llach, cantautor, poeta, integrante de la mítica formación Els Setze Jutges, uno de los exponentes de la Nova Cançó, «defensor incansable del amor, las libertades y buenas convivencias, que se ha armado de la palabra como herramienta más poderosa». Su legado material se cuenta por más de treinta discos y cuarenta años de poesía, sin olvidar su faceta cívica y política, de «compromiso contra el fascismo y la censura, gran defensor de la cultura en catalán». Esto último mereció un sentido aplauso de los presentes. El presidente de la Assamblea Nacional Catalana, sin embargo, estaba aquí para presentar su nueva novela en la Fira del Llibre, la sexta ya de su faceta novelística iniciada en 2011, en la que regresa a la edad media.
Sobre el hecho de volver a este periodo histórico, Llach ha reconocido que, tras terminar Escac al destí (Univers, 2020), «tenía ganas de volver a la época contemporánea, pero cuando me encontré con un documento extrañísimo que aseguraba que la Inquisición no había matado ninguna bruja y, de hecho, lo defendía, tuve que indagar más en el asunto», ha explicado. «Quería hacer una novela explicando todo lo que había encontrado al respecto. Todos los datos y fechas que aparecen están bien documentados, aunque haya ficción», ha añadido.
El germen fue, pues, como bien ha acertado a señalar Castells, la curiosidad. «Mi divisa vital es el verbo aprender. He aprendido mucho haciendo canciones, con gente como Maria del Mar Bonet, pero escribir te permite hacerlo de otra manera. Escribir una historia que te estás inventando te obliga a buscar referentes históricos, morales, religiosos, etcétera. En este caso, he descubierto cosas extrañas que pasaban en nuestra sociedad. El subtítulo es per què les dones. Me gusta ver tantas aquí; sois las buenas lectoras, las que nos permitís ganarnos la vida escribiendo. Lo que sucedió es que en el siglo XIII las mujeres fueron apartadas de la cultura y el estudio», ha matizado. ¿Por qué las mujeres?, preguntó casi retóricamente Castells: «Por el racismo de los hombres. Desde Adán y Eva que la culpan de todo. El racismo que viene primero no es el de la piel, es el del género y continúa hasta día de hoy», sentenció.
Por otra parte, Llach ha señalado que «en el fondo, la evolución del ser humano es penosa». «Somos animales que intentamos, a través de la memoria, mejorar la naturaleza humana, civilizarnos, socializarnos, pero todo tiene una fuente animal inagotable. Lo vemos en Gaza y en Oriente, que cuidado que no monten una guerra pasado mañana. Si miras la macrohistoria, la evolución es magnífica; pero si, en cambio, te fijas en la microhistoria, el ser humano sigue siendo un animal difícil, problemático. Mientras los cristianos éramos los bárbaros, los musulmanes se mataban entre ellos. Está dentro de la pulsión humana y el trabajo como sociedad es dominarla, tanto a nivel colectivo como individual. Creo que estamos en un momento de retroceso de todo, en el sistema de valores, en la moral cívica democrática... Cada vez hay un mayor amparo internacional que protege a los seres, a las colectiviades, ahora empiezan con los animales... pero, ¿de quién nos protegen? –ha lanzado al aire– De nosotros mismos, ha zanjado de nuevo, lúcida, Castells.
Este es un jeta, que siempre se ha hecho el oprimido, aunque viviera muy bien durante el franquismo y su padre fuera alcalde en aquella época, durante 13 años, después de combatir como requete en el bando nacional, de lo que sin duda este jeta saco provecho.