Seguro que el lector se ha dado cuenta de que al colocar algo bajo el agua, como un lápiz, ese objeto parece distorsionado, como si se torciera. Al extraerlo, sin embargo, está intacto. Este fenómeno se llama refracción y hace referencia al hecho de que la luz, al cambiar de medio, cambia su dirección e incluso su apariencia. Justo lo que han hecho los mallorquines Magí Garcías y Diego Hervalejo, pero no con la luz, sino con el sonido. El de Claude Debussy, concretamente.
Hablamos de Refractio Vol. II, la continuación de un proyecto que arrancó con Frederic Mompou hace tres años. La idea, tal y como detalla el propio Garcías, es la de «dar un paso adelante». Y lo dice en todos los sentidos. El disco, que cuenta con las colaboraciones de artistas como Rita Payés, Anggie Obin, Zuzanna Sosnowska y Lluís Naval, se compone de 16 pistas en las que la interpretación y la improvisación no solo van de la mano, se retroalimentan.
«Hemos expandido el universo del piano y hemos creado un disco más largo, con más colaboraciones y más variantes», señala el pianista que, a su vez, detalla que la elección del compositor francés no obedece a ninguna razón específica, simplemente es uno de los muchos a los que admiran ambos músicos y, por «azares», les llegó un «aroma a Debussy» en esta ocasión.
La idea que ha estructurado todo el proyecto, y que ya lo hacía en el volumen I, es «la libertad», algo que, por cierto, va muy en la línea del propio compositor francés: «No hemos tenido límites, que era algo que preocupaba a Debussy quien rompió con los moldes de la hegemonía alemana. Queríamos hacerle un homenaje a la absoluta irreverencia que él buscaba», comenta.
Es por esta razón que en los diferentes encuentros en los que han ido trabajando, algo motivado por el hecho de que Hervalejo reside en Barcelona y Garcías acaba de instalarse en Colonia, Alemania, han optado por «la exploración» en todos los ámbitos: «Arreglos, texturas, hemos introducido obras nuestras con la improvisación y hemos analizado qué es la naturalidad».
Así surgen de manera involuntaria los intermezzi, que están «grabados a traición» porque el técnico de sonido, Alberto Pérez, les grabó cuando en pleno bloqueo individual, Hervalejo y Garcías se pusieron a improvisar sobre la marcha y salió «lo mejor que habíamos grabado hasta el momento», lo cual, involuntariamente también, recoge a la perfección la filosofía de Refractio: la libertad de tocar sin límites, ataduras y tomar una idea para que esta ande sola para comprobar hasta dónde es capaz de llegar.
Asimismo, Garcías insiste en que no han querido «controlar todo lo que iba a pasar» con ideas preconcebidas antes de las sesiones, lo que no quita que haya habido meses de preparación y «largos audios de WhatsApp». El resultado de todo es un «disco muy accesible para el público general» y del que no pueden estar más satisfechos.
A nivel personal, Garcías señala que siente su carrera como un jardín del que ha de cuidar y Refractio supone un «laboratorio creativo en el que nos sentimos auténticos y a gusto», algo «muy valioso para el artista» y en el que asegura que «invertiría toda mi vida junto a la persona adecuada como es Diego. Es un vergel que no deja de dar frutos».
Por último, por oposición a la inmediatez de las redes y la naturalidad impostada constante en el mundo digital, aparece la música como «uno de esos espacios en el que se puede explorar con cierta libertad todavía». Eso es Refractio Vol. II, la naturalidad y la libertad hechas música.