Con casi cuatro décadas al pie del cañón, Coque Malla acumula una trayectoria artística plagada de tesoros musicales, muchos de los cuales podrán escucharse en directo el 21 de septiembre en el Quarter General Luque de Inca, con un concierto enmarcado en la gira de su último disco, Aunque estemos muertos. Padre de dos hijos de ocho y doce años, dice vivir una buena racha vital, a pesar del título del disco.
Menudo títulito...
—Pues es un disco lleno de luz, para nada oscuro. Con la edad nos enfrentamos cada vez más a la idea de la muerte, vemos irse a nuestros padres... Pero tomar conciencia de que esto se acaba nos hace reaccionar y vivir más intensamente, es una fuente de energía y vitalidad que está en el disco.
De ahí canciones como Bailo con los muertos o Baila en la oscuridad...
—Supongo que reflejan esta paradoja. Sea como sea, me encanta bailar: como guitarrista que soy, llevo el ritmo en las venas. También es un álbum muy marcado por la pandemia, que fue horrible y nos hizo darnos cuenta a todos de nuestra fragilidad.
¿La muerte es el tema del disco?
—Quizá sí, pero hay muchas formas de muerte. La rutina, las relaciones que se rompen, los cambios de vida, las mudanzas... Todas esas imágenes están en el disco.
Y ahora mismo, ¿cómo está Coque Malla?
—Estoy en un momento fantástico. Muy feliz con mi familia y con mucho equilibrio. ¡Y más en verano! En esta época renazco, como la flor del té. Estoy disfrutando mucho la gira y además tengo por delante proyectos muy bonitos.
Cuente, cuente.
—El año que viene, haremos la gira de 40 aniversario, en la que haremos un repaso de toda la carrera. El concierto de apertura, en el Wizink Center el 31 de enero, será la producción más grande en la que me haya embarcado jamás, y vamos camino de llenar. Ya el próximo año me centraré en un proyecto del que no puedo hablar, y el otro, en una gira de la que tampoco puedo contar nada.
Vaya... ¿No tendrá nada que ver con los Ronaldos?
—¡No puedo contar nada! Sea como sea, hace años que me quité el complejo de tocar las canciones de los Ronaldos en los directos. Hubo un momento en que necesitaba afianzar mi proyecto en solitario, pero ahora ya tiene suficiente peso y en cada concierto incluyo con mucho gusto algunas canciones de la banda.
¿Qué más escucharemos el 21?
—Podremos hacer el show completo, que en los festivales tenemos que recortar. Es un repertorio de casi dos horas con bastante protagonismo del último disco, aunque incluye canciones de todas las épocas. Es el concierto soñado de cualquier fan y además vamos arropados por las fantásticas visuales del mallorquín Miquel Àngel Raió.
No es la primera vez que colaboran, ¿verdad?
—¡Para nada! Es la tercera gira que hacemos juntos. Además de ser un gran amigo, es un verdadero maestro en el terreno de las visuales. Sabe ver el alma de cada canción y ponerla en imágenes y su participación hace que el espectáculo sea mucho más hipnótico. ¡Un genio!
¿Tiene alguna otra conexión con Mallorca?
—Lo cierto es que no, aunque me gustaría. He venido muchas veces a tocar, pero nunca por placer. Quizá porque tengo casa en Menorca, donde paso temporadas largas con mi familia y tenemos bastantes amigos.
¿Para cuándo disco nuevo?
—No creo que salga nada hasta dentro de tres o cuatro años, por los proyectos que tengo entre manos. Eso me hace feliz, porque sufro mucho los procesos creativos. Para mí, el trabajo más duro es componer. Lo doy todo durante un año y medio y me quedo agotado. En comparación, las giras son como vacaciones, y estoy encantado de alargarlas un poco más.