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Una moneda en el barco hundido de Ses Fontanelles permite datar el navío con exactitud

El hallazgo de la pieza en la carlinga (el hueco en el que se depositaba el mástil) fue acuñada en el 320 d. C.

Imagen de la moneda romana datada en el 320 d. C.

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Visita institucional a la campaña de excavación del barco romano de Ses Fontanelles a cargo del president del Consell, Llorenç Galmés, quien ha acudido acompañado por la vicepresidenta y consellera de Cultura i Patrimoni, Antònia Roca, además de representantes de instituciones colaboradoras como el Ajuntament de Palma, Ports de les Illes Balears, Autoritat Portuària, la Guardia Civil, el sector naval y el Castell de Sant Carles.

Allí, a pie de calle y a escasos metros de la playa desde la cual se podía ver a los buzos trabajando en los alrededores del navío, el director de las operaciones arqueológicas, Miguel Àngel Cau, de la Universitat de Barcelona, recibió a los políticos para detallarles las últimas novedades del operativo que encara ahora su fase final destinada a la definitiva extracción completa del pecio de cara a finales de año.

Los buzos continúan con las operaciones en el pecio hundido a escasos metros de la costa.

Entre los últimos hallazgos, Cau destacó el de una moneda acuñada en la ciudad de Siscia, actual Sisak de Croacia, en el año 320 d. C., lo que tal y como destacó el experto sirve para «confirmar» las hipótesis ya elaborados en base a la carga de ánforas extraída en 2022. Esta moneda se colocaba a modo de ritual antes de botar un barco en la carlinga, el hueco en el que se colocaba el mástil, como una manera de desear fortuna al navío (algo que, como salta a la vista, no se cumplió del todo). Algo que, por cierto, confirmó el propio experto al destacar que el barco tampoco parece tener grandes reparaciones y su estado es muy bueno, por lo que se debió hundir más pronto que tarde.

Se trata de la «primera confirmación empírica» de los datos que ya se manejaban y además permite colocar, como ya se ha detallado en varias ocasiones, el hallazgo en un contexto global ya que la repercusión científica y mediática del barco «va más allá de lo anecdótico» siendo un descubrimiento de primer nivel por las características del mismo, que lo convierten en un derrelicto único en el Mediterráneo.

Foto de familia de los políticos, representantes de instituciones e investigadores. FOTO: PERE BOTA

El barco ahora entra en su fase definitiva de extracción, algo que no ocurrirá hasta finales de este mismo año o comienzos del año que viene cuando la climatología y el mar lo permitan. El destino final del navío será el Castell de Sant Carles, donde se construirá un estanque desalinizador de manera expresa para albergar el barco durante año y medio. Allí se podrá visitar por el público. Justo antes de la extracción definitiva se llevará a cabo un simulacro en el que se hundirá una réplica construida para la ocasión y de dimensiones similares a las del barco romano (12 metros de eslora y 6 de manga) para prever todas las variables y controlar mejor la operación.

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