La coreógrafa Mar Aguiló es la nueva responsable artística del festival Palmadansa, que comienza este miércoles y se alarga hasta el próximo 4 de mayo. Formada en sus inicios como bailarina en Mallorca, Aguiló pasó por diferentes compañías como la Nacional de Danza y el ballet de Maurice Bejart de Laussanne. Palmadansa presentará un total de quince espectáculos, aunando una vertiente formativa, en un programa que mezcla lo local y lo internacional.
¿Cómo comienza su labor en el festival?
Mi experiencia previa es de bailarina y coreógrafa. Es la primera vez que actúo como programadora realizando una curadoría. Es bonito poner la cabeza de forma creativa, dialogando con obras que no son mías. Te fuerza a estar atenta y a realizar un trabajo global. Se trata de una labor completa. Lo que más me gusta es acercarme desde otra perspectiva, entendiendo las visiones de los diferentes coreógrafos y viendo el diálogo con la danza. Poder entrar en los procesos creativos de otros es muy nutritivo.
¿Qué podremos ver en esta edición del festival?
La gran mayoría son piezas específicas, ya que parte de las obras se tienen que adaptar al espacio. Las limitaciones al final se convierten en parte de la programación, que se puede consultar completa en la página web de Palmacultura. Destacaría, por decir algunos nombres, a Simon Leborgne, Israel Galván, Ulysse Zang o Úrsula Urgels, por citar participantes de diversa procedencia.
¿Que destacaría de esta edición del festival?
La idea de que la danza es un lenguaje universal que mezcla estilos. Se podrá ver desde contemporánea hasta otros artistas que están en un lugar difícil de clasificar, a medio camino entre la contemporáneo, o bailarines del ballet Nacional con coreografías propias. En la Fundación Miró se representará la pieza Elamor, de dos horas de duración, que está a medio camino entre el workshop y la performance, y cuenta con Miranda Alfonso o Alice Godfrey, entre otros.
¿Qué premisa encontramos en la programación de esta edición del Palmadansa?¿Hay algún hilo conductor?
Destacaría lo híbrido; que el cabeza de cartel sea Israel Galván y El niño de Elche, o bailarines del Ballet nacional bailando contemporáneo, es una evidencia de lo que digo. Entender que la danza es plural y está en mutación. Me interesa mucho el trabajo de los bailarines con coreografías propias, en solos o duetos. Quiero dar importancia al intérprete. Me parece interesante poner el foco en los bailarines que están convirtiéndose en coreógrafos. La limitación a la hora de contratar grandes compañías se puede capear así; con propuestas íntimas y de calidad.
Una de las líneas del festival es la formación, ¿no?
La parte formativa sirve para entender que la danza no puede existir sin una base de estudio. No se vive solo de las grandes estrellas ni de los grandes nombres, es importante contar con las escuelas y los conservatorios. Es la forma de aprender, entender e inspirarse. Por eso tenemos el Palma balla, una conferencia abierta en la plaza mayor a cargo del director de la compañía nacional de danza, Joaquín de Luz. Es un festival dentro del festival que se dedica a las escuelas, enfocado tanto para los estudiantes como para los amantes de la danza.
¿Qué nos cuenta de sus próximos proyectos?
Mi sueño es poder crear una compañía, algo pequeño que vaya consolidándose, aquí en la isla. Sería algo que me encantaría, ya que Mallorca tiene potencial. Gracias al festival pude conocer a las compañías locales, por eso creo que es importante generar propuestas y potenciarlas para darles visibilidad. En el festival participan compañías como Unaiuna, Maya Triay o Mariona Jaume. Están conectadas con lo local y lo global, la tradición mezclada con vanguardia y modernidad. Por otro lado, en breve montó una pieza en los Teatros del Canal, de Madrid. Ese es el proyecto más inmediato que tengo ahora.