Desde que era pequeño, recuerda, Ñaco Fabré (Palma, 1965) tenía muy presente que la arquitectura era algo «valioso». «He nacido y vivido en El Terreno, así que conozco muy bien este barrio. Siempre ha tenido cierta categoría precisamente por su arquitectura de respeto hacia el sol y el mar que todos nos merecemos. Y, de repente, ha aparecido la vorágine de la construcción y se ha llevado el barrio, algo que ahora se intenta recuperar. Y es que hay que ir con mucho cuidado: la arquitectura puede ayudar a amar y a entender un territorio, pero también nos puede expulsar de él», declara Fabré, que precisamente esta tarde, a las 19.30 horas, inaugura en el Col·legi Oficial d'Arquitectes, su nueva exposición: Dar a ver.
La muestra, que podrá verse hasta el próximo 22 de marzo, forma parte de la nueva etapa que quiere llevar a cabo esta institución, tal y como ha señalado este miércoles su decano, Bernat Nadal. «Es una iniciativa que tiene como objetivo conseguir que el Col·legi vuelva a ser un foco de atracción de la cultura y que esta llegue a la sociedad, puesto que no se trata de muestras dirigidas a arquitectos, sino que están abiertas a todo el mundo», afirma.
De esta manera, Fabré constituye el mejor comienzo posible, ya que «especialmente su última etapa tiene mucho que ver con nuestra profesión, por la importancia de la geometría, los colores y las formas». «La intención es que haremos que este tipo de eventos coincidan con fiestas señalas de Palma, como ahora lo hace con Sant Antoni y Sant Sebastià, más allá de desarrollar una propuesta para la Nit de l'Art», ha avanzado Nadal, quien a su vez ha lamentado que «nos hemos dado cuenta de que la arquitectura siempre ha estado relacionada con el arte, pero por diversas cuestiones la actividad cultural se ha diluido en el Col·legi, pero la nueva junta tiene ganas de apostar por retomar la parte cultural».
Asimismo, el decano también anunció que editarán un catálogo de la propuesta, que se creará durante la exhibición. El volumen incluirá fotografías que recogerán también el ambiente de la exposición, así como una selección de textos de Biel Mesquida, Kerrigan y una biografía de Montse Torras.
Por su parte, Fabré reconoció que la invitación del Col·legi coincide con «un momento en el que mi trabajo está muy cercano a la preocupación estética de la arquitectura por hacer una vida mejor». «Mi obra, dentro de la geometría abstracta, siempre ha estado cercana a la necesidad arquitectónica de entender nuestros días», añadió, a la vez que destacó que ha tenido la suerte de conocer personalmente a Federico Correa, Juan Alba o Jaime Vidal.
«El hecho de titular la muestra Dar a ver indica mi propósito: dar a ver una nueva perspectiva, de que se puede encontrar la belleza en las obras, pero también en la belleza y calidad de las personas. Este tipo de propuestas invita a adentrarse en un espacio de recogimiento y reflexión sobre la importancia de las cosas que cada día nos hace un poco mejores», expresó.
Una de las piezas más destacadas de la colección es Estructura para el vacío, creada a propósito para el Col·legi. Ubicada en la «escalera singular» de la entrada del centro, será también la que ilustrará la portada del catálogo. Fabré también mostrará obras inéditas y una serie de collages que inició en París bajo el título de Ventanas altas.
En definitiva, Dar a ver pretende ser un remanso de paz y tranquilidad, un oasis en medio de tanta agitación y hostilidad. Al fin y al cabo, para Fabré, «la cultura tiene la misión de llevar al ser humano a una visión de la vida más sana, sensata e incluso humilde, sin necesidad de grandes bombas que sacuden el mundo. Como dice Biel Mesquida, hay que llevar al paseante o al espectador a ese universo que nos interesa contemplar y en el que queremos vivir, más allá de la vorágine del día a día».