«Buscábamos juntar a gente que no tuviera nada en común y que el factor riesgo estuviera presente todo el rato». Es Tomeu Canyelles quien lo dice, miembro de las Forces Elèctriques d'Andorra (FEA), banda que completan Arturo Fernández y DavidRibas(guitarras), Joan Cabot (batería), VicençBibiloni (bajo) y Tià Mas (sintetizadores). Todos ellos con sus respectivas influencias y experiencias musicales, alejadísimas entre sí, que juntas dan como resultado Anti, un álbum ya disponible de siete temas en los que la música tiene todo el protagonismo.
Así pues, los diferentes miembros de la banda proceden cada uno con sus bártulos personales y estilísticos. Desde el punk, el heavy metal extremo, el ambient, el hip hop, el rock, etcétera. No obstante, al contrario de lo que pueda pensarse a primera vista, «las diferencias nos unen en lugar de separarnos», añade Canyelles.
Diferencias
La formación, que ya cuenta con 10 años de vida, nació de hecho con el impulso vital de transgredir, de ser y buscar lo diferente: «Teníamos dos baterías, una de Joan Cabot y otra de Toni Toledo», miembro de bandas como Sexy Sadie o Amaral, entre otras. «Se complementaban de manera interesante», rememora Canyelles que también explica las «personalidades opuestas» a nivel musical de todos los integrantes. Con el tiempo, la formación cambió a la que es ahora, que presenta Anti, el tercer álbum y «el más ambicioso».
Sin voz, pura música (algo que han hecho desde sus orígenes), este trabajo es el resultado de un retiro a Konvent Puntzero donde se sumergieron en una semana de «trabajo intensivo». Todos ellos han podido «cuadrar y sacar adelante un disco muy trabajado a nivel de ideas, efectos, ritmos, etcétera». Dicho de otra manera: «Nos fuimos con unas ideas y volvimos con un disco».
La diversión, además, está asegurada desde las diferencias: «Todos aportamos lo que somos, compartimos ideas y así hasta que logramos la forma que estamos buscando, lo que hace la composición algo estimulante, enriquecedor».
A su vez, la ausencia de voz no ha sido ni es un problema para la formación, como ellos mismos indican: «No la necesitamos para lo que queremos conseguir. La música sola ya tiene un mensaje y eso es lo que nos interesa». Y todo ello desde el posicionamiento de ser «nuestros propios críticos», comenta.