¿Quién no ha fantaseado con poder viajar con una máquina del tiempo a la época en la que nuestros padres eran jóvenes, alocados y hasta despreocupados, y verles como nunca antes? Lucía Graves es una de esas privilegiadas que ha podido hacerlo a través de las cartas que sus padres, Robert Graves y Beryl Pritchard, intercambiaron a lo largo de casi 40 años. Ella misma define la experiencia como «algo muy bonito» y de ella hablará hoy durante su conferencia, Letter between Beryl andRobert Graves, que tiene lugar a las 10.45 horas en el Congreso Internacional Robert Graves en CaixaForum.
Lucía, que es una más de los ponentes que ofrecerán estos días hasta el sábado 16 sus disertaciones sobre diferentes aspectos de la correspondencia del escritor, centra su charla en algo «íntimo y privado» como son las cartas que sus padres se mandaron durante períodos de su relación. «A mí siempre me ha interesado y me ha permitido ver y saber cosas que, como hijos, pues no vimos ni supimos en su momento. Ha sido como estar detrás de una puerta escuchándoles hablar», relata Graves. Las cartas, según explica, están «separadas por grupos de años y, claro, solo se escribieron cuando no estaban juntos, como cuando ella da a luz y está en el hospital mientras mi padre está en casa con mi hermano y conmigo», recuerda, o «cuando él empezó a ir a Estados Unidos a dar conferencias y se puede leer que se preocupaban el uno por el otro, con mi madre diciéndole cosas como que no perdiera nada y mi padre contestando que solo había perdido una pluma, y cosas así, del día a día».
Otra de esas anécdotas es la que Beryl le escribiría a Robert durante su primer viaje a América, confesando que Tomás, el hijo menor de la pareja, estaba «preocupado por si los indios le iban a hacer algo a su padre», seguramente debido a las películas de tipo western de la época. Son, por así decirlo, «cosas muy privadas del día a día». Dicho de otro modo, las cartas entre ambos son «una historia muy larga de su convivencia y de su relación a lo largo de muchos años», pero en conatos, en pequeños momentos en los que la distancia se interpuso y ellos trataron de reducirla mediante la escritura. A su vez, el material epistolario permite tener acceso a «aspectos de su trabajo, de su poesía y su escritura, así como cosas que pensaba y escribía que, quizá, no le decía a nadie más», y para la conferencia de hoy, Graves ha llevado a cabo «una selección en la pantalla de algunos fragmentos interesantes» que ejemplifican el total del material.
Otra época
Para Lucía, además, se trata también de una manera de mirar a un mundo diferente: «Ahora todos estamos en comunicación constante sin cartas, pero antes la correspondencia era muy importante y cada día llegaba el autobús de línea a Deià con muchas cartas para nosotros. Y además iban muy rápido, algo que me sorprende porque ahora tardan más. Era una parte muy importante de nuestra vida». Contrasta con el presente, en el que todo esto se ha perdido y solo llegan paquetes de Amazon o recibos y cosas que no quieres que te lleguen», lamenta. Con o sin cartas, las generaciones futuras podrán hacer a golpe de click ese viaje en el tiempo del que hablábamos, con una simple búsqueda en redes sociales, que en unos años parecerán vestigios tan prehistóricos como nos lo parecen hoy estas cartas que son un atajo a la vida secreta de nuestros padres.