Los libros, todavía cálidos por los últimos rayos de un sol que ya se escondía en todas las plazas, se reencontraron este jueves con las manos, impregnadas de gel desinfectante, de los lectores en las cinco plazas de Palma en las que tuvo lugar Llibreries a la fresca, el Sant Jordi veraniego que tomó plazas y calles con puestos, música, teatro y, sobre todo, un sinfín de sonrisas que ni las omnipresentes mascarillas fueron capaces de ocultar.
En la Plaça d'Espanya los primeros visitantes se acercaban, algo recelosos al inicio, a las paradas de las librerías Agapea, Embat, Ramon Llull e Ìnsula Literària, ubicadas en pleno centro permitiendo espacio suficiente para todos. «No sabía que iban a hacer esto», explica una señora que hojea las novedades recomendadas por el vendedor quien, además, comenta: «El flujo es paulatino pero mejor así. No queremos reventar la burbuja».
Gradual
Poco a poco el ritmo iba aumentando a medida que el calor, sofocante durante el montaje de los puestos, empezaba a dar un respiro y la expresión ‘a la fresca' cobraba más sentido que nunca. Las calles vibraban con la música y el aleteo del papel girado por autores firmando sus ejemplares.
Aunque para ritmo el de las glosas que retumbaban en la Plaça Major, donde las librerías especializadas de Gotham Còmics y Univers del Còmic acaparaban un público de edades algo inferiores que en el resto de puntos, aunque igualmente entusiastas. Algún librero confesaba haber «perdido una porra por ser pesimista. No me esperaba tanta gente». Una derrota dulce.
En la misma plaza, ya en la sombra, los compradores se apelotonaban para refugiarse de los últimos coletazos del astro rey alrededor del estand de Quart Creixent, donde las ganas de vender «siempre están presentes», y justo enfrente el puesto de Abacus, donde un chico, título en mano, explicaba que «había muchas ganas de volver a hacer algo normal como comprar un libro».
La tarde avanzaba y con ella el circuito de autores y actividades que rotaban por las distintas plazas, como en la Plaça dels Patins en la que varios autores tomaban asiento en el centro rodeados de los puestos de Drac Màgic, Lila i els contes, Llibres Colom y Quars al tiempo que una enorme cantidad de niños eran embelesados por un cuentacuentos mágico.
Es en Patins donde una joven con las gafas de Harry Potter tatuadas en el brazo hojeaba un libro de fantasía imaginando la nueva aventura en la que esperaba embarcarse justo cuando le comentaba a su amiga «¡qué buena tarde se ha quedado!».
Espaciado
A un ligero paseo del resto de lugares, en la calle Blanquerna se sucedían los puestos de las librerías Lluna, Caramulls y Rata Corner. Es aquí donde el ambiente era más de ‘tardeo' al convivir puestos de libros con las terrazas de los bares, todos ellos al tope de sus capacidades.
Es en esta calle donde una mujer confiesa haberse «perdido los dos últimos Sant Jordis por haber estado fuera de Mallorca y pensaba que me perdería este también por el coronavirus, así que estoy contenta. Esto es muy guay».
Por último, en la Plaça Alexander Fleming, los puestos de Finis Africae, Metropolis y Es Raconet disfrutaban del buen ambiente que se generó al ocultarse definitivamente el sol, hecho que provocó que incluso alguna persona sacara alguna chaqueta mientras otras se refrescaban con cañas.
Palma vivió de este modo su Sant Jordi más atípico y caluroso. Las ganas y las compras hicieron acto de presencia acompañadas de la distancia de seguridad, el gel hidroalcohólico y las mascarillas. Todos ellos se dieron la mano en una velada que paulatinamente pasó del sofoco y la búsqueda de espacios a la sombra a una auténtica fiesta librera ‘a la fresca' en la que la mayor celebración fue la del reencuentro de escritores, libreros, libros y lectores. Un triunfo en toda regla acompañado de un ambiente festivo y responsable al mismo tiempo porque, como indicó una de las ajetreadas libreras: «no hay que perder la esperanza, sino que hay que disfrutar». Y tras ello, vuelta a vender otro libro, porque la noche sigue y sigue.
La Part Forana también celebra su Sant Jordi
Inca y Santa Maria del Camí se sumaron a la celebraron de la Festa del Llibre, organizada por el Gremi de Llibreters, con sus respectivos eventos, con aforos más reducidos que otros años, un lavado de manos antes de curiosear entre los muchos libros, cuentos y cómics de cada parada, y con las preceptivas mascarillas, «pero mucho mejor que un año sin su Sant Jordi, algo que me parecía muy triste», comentó satisfecha la concejal de Cultura de Inca, Alice Webber.
La Festa del Llibre de Inca transcurre durante varias jornadas en el Claustre de Sant Domingo, con la participación de varias librerías y editoriales, así como la Obra Cultural Balear (OCB) local, con su rosa amarilla «por los derechos lingüísticos». «El público se ha repartido entre los cuentacuentos y las distintas presentaciones de libros, con lo cual no ha habido aglomeraciones pero si participación», añadíó Webber.
El Sant Jordi estival de Inca culminará mañana sábado con la entrega de los premios literarios Pare Colom, que convoca y organiza el Ajuntamernt. En esta edición, se han presentado a los galardones más de 270 obras en total, todo un éxito.
Novedad
Como novedad, Santa Maria del Camí se sumo a este evento que organizó el Gremi de Llibreters de Mallorca, que con esta cita pretenden recuperar el espíritu de la fiesta de Sant Jordi, y sobre todo para sobrellevar las pérdidas en el sector con la actual crisis del coronavirus, que impidió en abril la celebración del Dia del Llibre.
Así, Santa Maria del Camí acogió diversas actividades en el centro de la localidad, en la conocida Plaça de la Vila. El programa de actos arrancó a las 19.00 horas con un espectáculo de animación infantil, Joanet Recicles i Tomeu Granera, a cargo de Teatre Butxaca. Después, Joan Alzina ofreció un cuentacuentos, y puso el broche a esta especial jornada literaria la presentación y firma de varios libros del escritor de infantil y juvenil Miquel Rayó.