Son días de confusión e incertidumbre. El estado de alarma declarado por el Gobierno para frenar la expansión del coronavirus nos ha confinado en casa. Un ejercicio de responsabilidad y paciencia. Entre esos ciudadanos están los creadores: músicos, artistas, cineastas, escritores, libreros, dramaturgos, agentes culturales que, pese al parón en su trabajo, buscan lograr una normalidad atípica. Algunos de ellos narran cómo está siendo el inicio de este aislamiento forzoso.
A Laia Malo, componente del dúo Jansky, el coronavirus le ha cogido ya aislada. «No teníamos conciertos programados; nuestra previsión era encerrarnos en el estudio para preparar el nuevo espectáculo de Jansky», Desanomenada, «que vamos a estrenar en el Mercat de la Música Viva de Vic en septiembre, si el mundo no ha terminado...», bromea Malo. Como el resto de los mortales, no puede evitar estar al corriente de la crisis: «Solemos mirar cómo va todo, en redes sociales y tal, pero sin estar ni extremadamente conectados ni desconectados; seguiremos haciendo música y poesía, nos ayuda a sentirnos mejor».
Es imposible calcular las pérdidas de este parón. El pequeño comercio es uno de los más vulnerables. Desde la librería Rata Corner (Palma), Miquel Ferrer así lo manifiesta: «Nos lo estamos tomando con calma, son los primeros días de muchos, lo que realmente nos preocupa es que el Gobierno, por ahora, prohibe abrir las tiendas pero no ha ofrecido ningún tipo de ayuda al pequeño comercio, sobre todo al cultural». En su caso, no solo se han visto obligados a echar el cerrojo a Rata Corner, también a cancelar otro de sus eventos: Rata Market. Ferrer tiene un mensaje claro para la Administración local: «Les pediría que aprovechen estos días para pensar en un plan de choque para que cuando volamos a salir a la calle lo hagamos con normalidad».
La incertidumbre es general. «Laboralmente es una locura, he perdido todos los trabajos que tenía este mes y probablemente el siguiente». Lo dice la actriz Clara Ingold. Desde su casa está acostumbrada a proyectar su obra, buen ejemplo son sus vídeos en redes sociales, que suman miles de reproducciones. «Esto de tener tanto tiempo libre tiene una parte positiva, es como una especie de residencia artística forzosa; siempre he tenido ganas de escribir algo, empezar un proyecto, lo que sea, y ahora es el momento». Ese derroche de creatividad que puede surgir del encierro «alucina» a Ingold porque «pueden salir cosas geniales de esta historia que estamos viviendo».
La artista Bel Fullana, ganadora del Ciutat de Palma, tampoco quiere dejar escapar esas posibilidades creativas y se toma la crisis con humor. «Ya que no puedo ir a tomar cafés ni cervezas, intentaré aprovechar el tiempo en lo mío, que a veces cuesta concentrarse y ahora no hay nada que me distraiga solo los memes que llegan sin cesar», narra la creadora, cuya obra se ha visto en ciudades como Nueva York. Se define como «una antisocial» y este aislamiento domiciliario «no me está cambiando demasiado mi rutina; estoy viviendo ‘foravila', cerca de Son Carrió, bastante aislada de mi vida diaria habitual; voy a aprovechar para ponerme creativa».
La escritora Laura Gost, autora de La cosina gran, proyecta ‘darle a la tecla'. «Estoy escribiendo artículos y avanzando mi segunda novela», aunque «a veces cuesta concentrarse porque con esta angustia e incertidumbre es más difícil», relata. A esa lista se suma «la obra de teatro que tengo que entregar a la compañía de Jordi Casanovas, Hause & Richman». No todo va a ser trabajar, y junto a su compañero de vida, Jaume Carrió, disfruta de una película o serie.
Jaume Carrió es cineasta, ganó el Goya en 2017 por el corto Woody & Woody y gran amante del séptimo arte. Por eso, «en casa es fácil confinarse», revela el también profesor del CEF. «Es un piso pequeño, pero con una videoteca con más de 2.000 títulos. Tenemos acceso a plataformas de streaming y la biblioteca de Laura», continúa. «Mi plan es compaginar las horas de clase online con el visionado de una película al día y dos capítulos de una serie [ahora The Outsider, de HBO]», remata.
Estas son tan solo un puñado de historias. Pronto, esperan todos, todo volverá a la normalidad. Mientras tanto no queda otra que esperar. «Vaya rollo, ¿eh?», sentencia Laia Malo.