El cáncer de próstata es el más común en hombres en España y, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en 2023 se diagnosticaron 29.002 nuevos casos, lo que lo convierte en el tumor más frecuente en hombres, seguido del cáncer de colon y de pulmón. Por ello, los urólogos recuerdan que el diagnóstico precoz salva vidas.
«La visita a un urólogo ante cualquier factor de riesgo suele recomendarse a partir de los 45 años», ha explicado el urólogo en HLA Clínica Montpellier y HLA Centro Médico Zaragoza, Alberto Fantova.
Una prevención que a partir de los 50 años ya se recomienda encarecidamente: «A partir de entonces se recomienda una revisión urológica anual con el marcador tumoral prostático en sangre, una analítica de orina y un tacto rectal, si fuera necesario, incluso sin factores de riesgo y ausencia de síntomas», ha aclarado Fantova, quien también ha apuntado tanto a la mayor incidencia con la edad y la mayor virulencia en pacientes jóvenes: «El riesgo de aparición del cáncer de próstata se incrementa con la edad, pero se caracteriza por ser más agresivo en su desarrollo en pacientes jóvenes».
La edad es el principal factor de riesgo y la mayoría de los casos se diagnostican en hombres mayores de 65 años, pero no es el único. Otros factores incluyen los antecedentes familiares de cáncer de próstata, la dieta, la etnicidad y ciertos factores genéticos.
«La mayor parte de los tumores de próstata son hormonosensibles al estar en clara relación con los niveles de testosterona. Además, las dietas pobres en fibra y ricas en hidratos de carbono y grasas animales pueden influir en su desarrollo; por el contrario, es preferible las dietas ricas en licopenos, vitaminas E y D y antioxidantes, selenio, zinc e isoflavonas (frutas, verduras y cereales variados). Por otro lado, el factor genético dobla el riesgo si existen antecedentes de un familiar de primer grado afectado previamente. En estos casos se realiza un estudio genético para su prevención», ha explicado el doctor.
Hay que estar atentos a las señales que envía el propio cuerpo porque el cáncer de próstata suele ser asintomático en sus etapas iniciales. En ocasiones se detecta durante exámenes rutinarios de salud. Sin embargo, a medida que la enfermedad avanza, pueden aparecer diversos síntomas. «La dificultad miccional tanto diurna como nocturna, con más urgencia o frecuencia y la disminución de la fuerza o caudal miccional; la presencia de coloración*enrojecida de la orina (hematuria) o del semen (hemospermia); dolor perineal o de la cintura pelviana o la pérdida de peso no relacionada con la alimentación, son algunos de los signos de alarma que también están presentes en afecciones no cancerosas, como la hiperplasia benigna prostática o infecciones urinarias. Por ello es crucial que cualquier hombre que experimente estos síntomas consulte a un médico para un diagnóstico adecuado», ha indicado el especialista.
Ante la aparición de algún signo sospechoso, desde hace unos años, se puede solicitar una resonancia nuclear magnética de alta resolución prostática como prueba de gran ayuda para poder diferenciar la necesidad de realizar una biopsia prostática.
Avances tanto en el diagnóstico como en el tratamiento
En esta resonancia se obtienen imágenes con gran precisión que permiten diferenciar si existe algún nódulo sospechoso de malignidad. Aunque el diagnóstico certero de cáncer de próstata sólo se obtiene con la biopsia prostática,la resonancia ha permitido afinar el diagnóstico previo y evitar realizar biopsias de próstata innecesarias.
«En pacientes menores de 70 años, si el marcador es inferior a tres y no presenta síntomas importantes se suele recomendar una visita anual, sin embargo, si el marcador del nivel de PSA supera el valor de tres, la recomendación sería semestral. Esta frecuencia también dependerá de la sintomatología del paciente», ha añadido el doctor.
En los últimos años, ha habido varios avances significativos en el tratamiento del cáncer de próstata que han mejorado las opciones terapéuticas y los resultados para los pacientes. "En relación con los avances que ha desarrollado la cirugía, han disminuido en gran medida sus efectos secundarios, tales como la incontinencia urinaria y la disfunción eréctil.