Los historiadores Andrew Pettegree y Arthur der Weduwen analizan en el libro 'Bibliotecas. Una historia frágil' (Capitán Swing) el papel que estas instituciones han tenido en la lucha contra la desigualdad social y el control ideológico, su supervivencia a lo largo de los siglos y la importancia del coleccionismo privado.
En declaraciones a Europa Press, Pettegree ha afirmado que combatir la desigualdad social ha sido la principal misión de las bibliotecas públicas desde su creación «y no hay duda de que esto seguirá siendo así: un refugio para las personas sin hogar, personas ansiosas o solitarias, o simplemente abrumadas por las complejidades de vida moderna».
Este papel dependerá en el futuro de hasta qué punto la lectura sigue siendo un instrumento decisivo en la socialización y la educación: «En última instancia, las bibliotecas no pueden asumir el papel de gobierno. Si combatir la desigualdad social deja de ser parte de la política pública, las bibliotecas no pueden hacer mucho para llenar el hueco».
Respecto a la convivencia de las bibliotecas con internet, reflexiona: «Vaya a cualquier biblioteca ahora y encontrará líneas de ordenadores para uso público. En la primera década del siglo XXI, la Fundación Bill y Melinda Gates invirtió miles de millones en permitir el acceso en línea a través de bibliotecas públicas en África, Asia y América del Sur y Central. Vieron esto, con toda razón, como un instrumento vital de empoderamiento en la era digital».
Los autores del libro creen que las bibliotecas son comunitarias por naturaleza y dudan de que sea posible combatir las consecuencias de un mundo atomizado donde los humanos se retiran a su propio mundo electrónico privado.
Coleccionismo privado
El libro analiza cómo a lo largo de la Historia las bibliotecas se han abordado exclusivamente en términos de grandes edificios y colecciones institucionales, cuando en realidad gran parte de las colecciones procede de libros que los ciudadanos tenían en sus hogares.
«El coleccionismo privado siempre ha sido la base del libro. Una forma de autoeducación, un alivio de las presiones del trabajo, un refugio en períodos de adversidad política. Este es particularmente el caso en tiempos de guerra o dislocación social, como hemos visto en los conflictos de la era moderna», afirma Pettegree.
Recuerda que, durante el primer año de la guerra en Ucrania, más de 300 bibliotecas públicas fueron dañadas o destruidas, pero «los libros siguen vivos, en miles de copias en manos privadas. Siguen siendo un arma vital en la lucha contra el control gubernamental de la opinión y del espíritu humano, papel que han desempeñado desde que los primeros libros circularon en forma de rollos de papiro».