Metaversos literarios más seductores para los jóvenes, robots que aprenden los gustos del público para recomendar las historias más apropiadas, avatares que introduzcan al lector en el relato y formatos más económicos y atractivos. Estas son algunas de las novedades que la «revolución» de la inteligencia artificial (IA) está aportando al sector editorial, que este 23 de abril celebrará el tradicional Día del Libro en un momento en el que la sociedad en general y el mundo de la cultura y el arte en particular se preguntan si los algoritmos abren un futuro de posibilidades o de peligros.
«La herramienta por sí sola no supone ni una oportunidad ni una amenaza, sino que es la mano del ser humano la que puede darle un buen o mal uso», explica a Europa Press el profesor titular del departamento de Sistemas Informáticos y Computación e investigador del instituto VRAIN de la Universitat Politècnica de València (UPV) Javier Palanca.
En este sentido, pone como ejemplo de uso poco adecuado la proliferación de libros escritos por una IA, que ha llevado a Amazon a limitar la autopublicación a tres diarios, lo que da una día de cómo se esta abusando de este recurso. Para Palanca, lo interesante es que lo que se produce gracias a esta tecnología «pase por el filtro humano» y defiende que la IA es «una nueva revolución industrial que, como todas, comporta transformaciones destruyendo empleo pero también creando muchos más».
«Cuando hablamos de arte, a priori no estamos tan dispuestos a reemplazar la creación por una maquina», ha reconocido el especialista, quien, no obstante, opina que los artistas también pueden ver la IA como una oportunidad si aprenden a integrarla en su trabajo". En este punto ha recordado cómo la acogida de los fotógrafos a Photoshop fue temerosa al principio, pero, finalmente, ha servido para mejorar la calidad de las propuestas de los profesionales.
¿Es posible diferenciar un texto escrito solo por una persona de otro redactado por una inteligencia artificial? A este interrogante el profesor de la Politècnica dice que en ocasiones es evidente a simple vista por la repetición de patrones, aunque precisa que «la propia IA es capaz de ocultarse y parecerse a cualquier persona».
Palanca no avista en este momento, tal y como sucede en algunas distopías, un mundo donde la máquina domine al ser humano. No hay que olvidar, asevera, que «si abriéramos una IA por dentro lo que veríamos sería una fórmula matemática, no tiene vida».
En cualquier caso, admite que «lo más increíble y lo que está sorprendiendo incluso a los desarrolladores de las propias herramientas es que han emergido características y comportamientos que no esperábamos encontrar». «Cuando se creó el primer ChatGPT no se hizo para traducir textos pero vio que aprendía a hacerlo. Son tecnologías tan complejas que solo hemos rascado la superficie de hasta dónde podemos llegar», apostilla.
Sobre este tema, la profesora titular de la UNED y directora del centro de investigación PhyUM, Olga C. Santos, aboga por «usar la inteligencia artificial como lo que es: una herramienta que puede ayudar a los humanos, pero no como un reemplazo de las personas».
«Lo que sí realmente es necesario --argumenta-- es fomentar esa colaboración entre las personas y los dispositivos que acogen la inteligencia artificial, para lo que se ha planteado el paradigma de la inteligencia híbrida. La idea es potenciar las capacidades mutuas entre los humanos y las máquinas para que se establezcan sinergias de las que ambos nos beneficiemos», expone.
"el humano detrás"
Aterrizando en el sector editorial, cree que la IA puede ayudar a crear contenido «pero con el humano detrás para dar su aportaciones sobre esa base bruta». «La IA no reemplaza a los humanos, aunque quizás sí a humanos que no se hagan con estas tecnologías nuevas», ha apuntado.
Otro aspecto es el acceso de los contenidos y cómo se han desarrollado sistemas de aprendizaje capaces de recomendar contenidos en función de las necesidades de los destinatarios. «Los recomendadores empezaron con Amazon hace años; cuando nadie sabía lo que era un sistema recomendador, Amazon, cuando comprabas un libro te recomendaba otro».
Ahora se puede avanzar en la personalización de los contenidos y adaptar los contenidos a las necesidades de las personas, lo que puede ser «un salto interesante», comenta la experta y encargada del proyecto de la Cátedra de Tecnología y Envejecimiento Activo basado en Datos de UNED Valencia.
Un ejemplo práctico se puede ver en la librería valenciana Vuelo de Palabras, que ha incorporado en su plantilla el robot Petra para impulsar la lectura entre los más pequeños. Se trata de un asistente robótico que propone recomendaciones literarias en función de la edad y los gustos y preferencias del lector, a través de la inteligencia artificial.
«Vimos alguna muestra de robótica y empezamos a darle vueltas a la idea de tener un robot en la librería, porque creemos que es una cosa que puede incentivar la lectura entre los más jóvenes», ha asegurado Javier Martínez, responsable de diseño editorial y la parte técnica del establecimiento, en declaraciones a Europa Press Televisión.
Con este dispositivo buscan fomentar «el amor por los libros» de los menores y también despertar su curiosidad en la lectura con un proyecto que llevan desarrollando desde hace un año y que responde a una tendencia «muy de moda».
Memoria digital
A través de una serie de preguntas, permite discernir cuál es el posible interés de la persona, del niño o del adulto, y recomendarle un libro o una serie de libros que «se pueda adecuar» a lo que a lo que el cliente busca. «Ahí entra la inteligencia artificial, que es capaz de ir buscando entre todas las opciones que tiene almacenadas, cual es la mejor opción, y buscar alternativas», ha comentado Martínez quien recuerda que este robot cuenta con más de 500 títulos en su memoria digital que esperan poder ampliar.
Son muchas y diversas las propuestas que intentan transitar por la senda de la IA. La escritora y mentora de autores Keila González Baéz impulsa proyectos como la 'Feria del Libro en el metaverso' o el 'magabook'.
«Integrar la IA con el uso de metaversos puede ayudar a hacer más atractivo el mundo literario para los más jóvenes. Puedo imaginar juegos interactivos de creación de historias donde los avatares encuentren soluciones a problemáticas sociales, o espacios de lectura donde puedan reunirse los participantes recreando la biblioteca de Alejandría, por ejemplo», afirma a Europa Press.
«Otra posibilidad que nos abre la IA --continúa-- es la facilidad con que podemos jugar con los formatos, imágenes y colores a un bajo costo para presentar la información que ofrecemos en el libro de forma más atractiva, como el caso del magabook, un nuevo formato de lectura que creé en 2018 para hacer del acto de leer uno más fácil y placentero».