Trabajar en horario nocturno o a turnos tiene efectos nocivos para la salud del empleado, que puede ver acortada su vida en un 20%, lo que supondría casi 17 años menos respecto a la esperanza media de vida en la Comunidad, fijada en algo más de 84 años. Además de las consecuencias físicas, crece la posibilidad de sufrir estrés crónico, mayores dificultades para la vida social y relaciones personales y un incremento de la probabilidad de desarrollar hábitos nocivos como trastornos alimentarios y consumo de tabaco y alcohol.
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha puesto sobre la mesa esta semana el impacto del horario nocturno en términos de salud en los trabajadores al hablar de los horarios de la hostelería en España para defender que «deben respetarse los derechos laborales». La presidenta de la Comunidad, Isabel Día Ayuso, acusó a la líder de Sumar de querer que los ciudadanos sean «puritanos, materialistas, socialistas, sin alma, sin luz y sin restaurantes, aburridos y en casa».
En España más de 2,4 millones de personas trabajaron en 2022 en turnos de noche, aquel comprendido entre las 22 y las 6 horas del día siguiente, de los cuales 322.600 lo hacían en la Comunidad, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El principal factor del trabajo a turnos y el nocturno tiene que ver con la necesidad de cambiar el ciclo del sueño y, por consiguiente, ir contra el reloj natural del ser humano para estar activo de noche y dormir durante el día, con efectos como trastornos del sueño y enfermedad coronaria y cerebrovascular.
«Los efectos tienen que ver con dos elementos: la alteración de los ritmos biológicos y la privación de sueño. En relación a la alteración de ritmo biológico o ritmo circadiano, se produce porque lo normal es que por la noche segregamos la melatonina, que es la hormona que nos ayuda a relajarnos y al descanso, y por el día segregamos cortisol, que es la hormona que nos mantiene activos», ha explicado a Europa Press Ana Jiménez, facultativa especialista de Medicina Interna del Severo Ochoa.
Pese a que «se conoce desde hace mucho tiempo que tiene importantes repercusiones y es un factor de riesgo laboral sobre la salud física y psíquica de los trabajadores», apunta el jefe del servicio de Salud Laboral del Gregorio Marañón, Ignacio Sánchez-Arcilla, en la sociedad actual el trabajo a turnos y el trabajo nocturno «es cada vez más frecuente».
En concreto, en la Comunidad, uno de cada diez ocupados, el 10% de la población activa, realiza su jornada laboral en turno de noche, de los cuales un 5,3% lo hace la mitad de los días. Esa cifra se incrementó en 2022 un 0,8% respecto al año previo.
Un 20% menos de vida
Aunque los expertos apuntan que esto no afecta por igual a todas las personas, sí hay un consenso en que una quinta parte de estos trabajadores que desempeñan su función en turnos fuera de lo habitual tiene «problemas severos» de sueño.
Según ha indicado a Europa Press Milagros Merino, neuróloga de la Unidad de Trastornos neurologicos del sueño de La Paz, afecta sobre todo a las mujeres de más de 40 años y con problemas previos de sueño y en menor medida a gente joven y sin hijos, así como a quienes tienen un cronótipo vespertino, es decir, «los buhos, los noctámbulos».
Un impacto que, según las expertas, además empeora con la edad, «un factor de riesgo añadido a la intolerancia a los turnos de trabajo», y «es más nocivo» en el caso de los trabajos a turnos porque no da tiempo de habituarse al nuevo patrón respecto a la noche y el día.
«Hay cosas buenas y cosas malas. Se gana más dinero, pero se vive menos, un 20% menos», ha indicado la doctora Merino. De hecho, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que un trabajador envejecerá prematuramente cinco años por cada 15 años que permanezca en horario de trabajo nocturno.
Entre otros factores, tiene consecuencias a nivel cardiovascular, con riesgo de hipertensión, de infarto, de ictus; a nivel inmunológico, con peores defensas; a nivel metabólico, con riesgo de sobrepeso, de diabetes, de obesidad; y con problemas psiquiátricos como depresión, ansiedad, irritabilidad y mayor riesgo de accidentalidad.
En este sentido, la doctora Merino también ha recordado también que está reconocido como un factor de riesgo de predisposición a sufrir cáncer «o la peor evolución de procesos». La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) incluyó en el segundo nivel en una escala de cuatro la clasificación del trabajo en turno de noche en el grupo de «probables carcinógenos para los humanos».
También hay estudios experimentales en pacientes con privación de sueño que apuntan a una respuesta menor en la producción de anticuerpos después de la vacunación, según apunta, por su lado, la doctora Jiménez, que también recalca las alteraciones en el metabolismo de la glucosa, con aumento del apetito y disminución del gasto energético.
«Esto conduce a cierto estado de insulinorresistencia y nos puede llevar a desarrollar una diabetes. También nos lleva a la obesidad, que es un factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular, como lo es también la diabetes», ha añadido.
Menos fertilidad y más consumo de alcohol y drogas
Pero además de esa 'pérdida' de años, según la neuróloga de La Paz, «se vive peor, por los problemas cardiovasculares, inmunológicos, metabólicos, y también en la esfera familiar y personal». En líneas generales, estos turnos conllevan «una fatiga crónica» con repercusiones tanto físicas como psíquicas, resume Ignacio Sánchez-Arcilla, jefe del servicio de Salud Laboral del Hospital Gregorio Marañón, con repercusión en la vida social e individual de los trabajadores.
Se estima además que estas personas duermen una media de seis horas, cuando lo recomendable es entre siete y nueve, y con menor calidad en el tiempo de descanso, con mayor propensión a tener alerta durante más tiempo el sistema nervioso. «Unas alteraciones del sueño y falta de descanso que son susceptibles de desencadenar fatiga crónica, estrés crónico, síndrome de Burnout o en los casos más graves, trastornos de ansiedad y depresión», resume, por su parte, Ana Jiménez, especialista de Medicina Interna del Hospital Severo Ochoa.
Entre otras, esta fatiga crónica repercute en el rendimiento del trabajador, con mayor aumento de la accidentalidad, además de alteraciones en la dieta, tanto en cantidad como en calidad, y un mayor consumo de estimulantes y sedantes.
Todo ello repercute en una mayor irritabilidad y cansancio que afecta a las relaciones personales y que dificulta la interacción con el entorno social, incluso el más cercano como la familia y la pareja. «Hay más divorcios y menor fertilidad, y hay mayor predisposición al abuso de drogas y alcohol. Muchas veces las drogas son utilizadas para compensar las consecuencias del problema del sueño provocado por el trabajo a turnos», ha explicado la doctora Merino.
Propuesta de soluciones
«Realmente el trabajar a turnos, cada vez más frecuente en nuestra sociedad, tiene una serie de incidencia y de riesgos para la salud de los trabajadores que hace necesario no solamente continuar la investigación científica de estos factores de riesgo, sino la adopción de estrategias y medidas preventivas para minimizar el riesgo», reflexiona el jefe del servicio de Salud Laboral del Gregorio Marañón.
«Lo que hay que evitar es que haya cambios aleatorios», ha defendido la doctora Merino. No obstante, sectores como el logístico, el sanitario, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad o los servicios de emergencias llevan en su ADN estar despiertos para que el resto de la sociedad pueda dormir.