La sección quinta de la Audiencia Provincial de Valencia ha impuesto 20 años y 10 meses de prisión a un empresario dedicado a la cría y venta de caballos por matar en agosto de 2021, golpeándole con un palo, a un empleado al que tenía en condiciones similares a la esclavitud y al que vejaba y humillaba continuamente en su finca de Torrent (Valencia).
La sentencia, que puede ser recurrida ante la sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia, recoge el veredicto de culpabilidad emitido por un jurado popular al término del juicio, que se celebró entre los días 7 y 14 de este mes de noviembre.
De esta manera, además de ser condenado por un delito de homicidio con la agravante de abuso de superioridad --castigado con 15 años de cárcel--, el tribunal le impone un año y diez meses de cárcel por un delito contra la integridad moral, y cuatro años y multa de 6.000 euros por un delito contra los derechos de los trabajadores.
Por otro lado, el condenado deberá indemnizar con 100.000 euros a un hijo biológico del fallecido en concepto de responsabilidad civil por el perjuicio personal y los daños morales sufridos.
La magistrada que presidió el tribunal considera probado, a partir del veredicto del jurado, que el acusado se aprovechó del estado de necesidad de la víctima, que era un reputado experto domador de caballos y entrenador de jinetes de doma clásica, pero tenía una inhabilitación civil dictada por las autoridades portuguesas, para contratarle a mediados de 2008 sin firmar documento alguno.
Aunque inicialmente pactó con él una remuneración de 1.500 euros al mes por su trabajo, el empresario fue reduciéndola con los años hasta dejarla en apenas 50 euros a la semana. De hecho le acabó sometiendo a «condiciones similares a la esclavitud», pues le obligaba a trabajar en cualquier momento de las 24 horas del día durante los siete días a la semana y solo le permitía abandonar la finca con él o en compañía de otro trabajador, tal y como recoge la resolución judicial.
Igualmente, con cualquier excusa, le gritaba, le golpeaba con lo que tuviera a mano, incluso con escobas o palos, causándole lesiones que el propio perjudicado se curaba con un aerosol desinfectante y cicatrizante para caballos, al tiempo que le vejaba y humillaba, llegando a ponerle un cartel de cartón en el pecho donde decía que era «un mentiroso y un hijo de puta» o haciéndole andar de rodillas por la finca si cometía algún fallo en el cuidado de los caballos.
El 27 de agosto de 2021, tras recriminarle la rotura de una llave de agua de las cuadras, comenzó a agredirle con un palo, aunque otro empleado que presenció el conflicto los separó. Unas horas más tarde, el acusado, consciente de que la víctima se hallaba indefensa y convaleciente por la agresión anterior, continuó golpeando al perjudicado con el palo, «conociendo que con la fuerza y forma empleada le podía causar la muerte».
Cuando volvió de trabajar del campo, el otro empleado de la finca se encontró al agredido sentando en un banco, balbuceando y echando espuma por la boca, por lo que avisó al empresario, quien lo trasladó a un centro hospitalario, si bien ingresó ya cadáver a causa de los múltiples traumatismos.
El acusado llegó a manifestar al personal sanitario que el fallecido era un vecino al que había encontrado inconsciente en un campo y proporcionó unos datos falsos para su identificación.
La magistrada presidenta del tribunal del jurado justifica la pena impuesta al acusado por el homicidio --la más alta posible de la horquilla por dicho delito al concurrir la agravante de abuso de superioridad-- por la conducta «realmente cruel, agresiva y abusiva» que desplegó contra la víctima.