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Lorenzo Silva describe en su novela "más negra" que la violencia del Estado fuera de la ley acaba siendo "envilecedora"

El escritor ha presentado este miércoles en Bilbao 'Púa', un relato sobre las consecuencias de "ir más allá" en el uso de la violencia

Lorenzo Silva | EUROPA PRESS EUSKADI

| Bilbao |

El escritor Lorenzo Silva (Madrid, 1966) considera que su nueva obra 'Púa' (Destino) es «quizás, la novela más negra» que ha escrito porque aunque la violencia tiene «muchas formas», ha querido contar «cómo la violencia ejercida desde el Estado, en contra de la ley, y bajo un fin supuestamente legítimo, acaba siendo tan envilecedora para el que la practica como las otras».

Desde su perspectiva, contar las cloacas del estado en clave de novela negra resulta adecuado puesto que, en ellas, «prácticamente no hay héroes y todos los personajes son personajes que tienen cosas sucias que ocultar y las ocultan y sus protagonistas mienten, engañan, manipulan y torturan y no puede decirse que sean héroes, precisamente». Como su protagonista, alguien que dice de sí mismo, en la primera frase, que «es una mala persona, pero que no siempre lo ha sido».

Silva, que ha presentado este miércoles su nueva novela en Bilbao, ha afirmado, en declaraciones a Europa Press, que 'Púa' es una novela que trata sobre la guerra sucia «en general», puesto que «todos los estados tienen lugares donde prefieren no mirar y todos los gobiernos tienen la tentación de decirle a alguien: toma un atajo pero yo no quiero saber nada».

En ese «no querer saber nada», prosigue Silva, «es donde se producen, incluso en democracias muy consolidadas y antiguas, abusos terribles y atropellos de los derechos más esenciales porque alguien que, en algún momento, ejercía el poder pensó que podía tomar un atajo y le dijo a alguien que lo tomara».

Silva aclara que es cierto que la vida ha convertido a su protagonista en una mala persona porque ha realizado «acciones crueles, ilícitas, y abusivas» y, en la medida en la que he sido capaz de hacer eso, es una mala persona porque si no no lo habría podido hacer".

Para el autor madrileño, en todo caso, Púa es alguien que «si hizo en su día lo que hizo, es porque creía que era una causa noble, justa, y porque creía estar defendiendo a la sociedad, defendiendo a las víctimas indefensas de unos terroristas que atacaban a esa sociedad y que tampoco tenían ningún escrúpulo».

En un momento dado, prosigue en su explicación Silva, «le propusieron saltarse los límites legales, actuar en la sombra y al margen de la ley, y decidió que era una causa lo bastante justa como para hacer eso».

Convivir con el pasado

Lo que ocurre es que «ese viaje al final le ha llevado a un lugar que quizás no era el lugar que él preveía al principio y le ha transformado y convertido en alguien que, en cierto modo, no puede convivir fácilmente con su propio pasado».

En su nueva novela, Silva opta por abordar lo que ocurre en las cloacas de los Estados a través de un relato que no transcurre en ningún lugar determinado sino que la novela «está ambientada en un lugar que no se menciona y en una época que también es indeterminada».

«Podría ser cualquier momento del siglo XX o del siglo XXI porque no aparece nada que sea incompatible», ha subrayado el escritor, que ha elegido que el espacio y tiempo sean tan indeterminados porque no ha querido hacer «una novela sobre la guerra sucia o las actuaciones ilícitas al servicio del Estado o sobre las personas que en un momento determinado traspasaron esa línea roja en un lugar y tiempo concretos».

Su intención ha sido «ir más allá, ir a la esencia del fenómeno, a lo que desencadena este tipo de situaciones y a lo que estas situaciones provocan en quienes las viven» ha añadido.

Preguntado en concreto por qué aspectos cree que faltan de ser abordados en España en torno a la violencia, Silva considera que «lo que falta es un ejercicio serio, común y solidario de distanciamiento moral, tanto respecto del terrorismo de aquellos que en su día lo legitimaron, como de la lucha ilícita frente a estas acciones terroristas por parte del Estado».

Cree Silva que «la ausencia de esa memoria común, de esa memoria consensuada y leal para con todos, y respetuosa para todas las víctimas, es la que hace que, en cada momento, cada cual pueda llevar el agua a su molino, siguiendo cálculos del corto plazo, coyunturales o electorales».

Similitudes con el gal

Cuestionado sobre en qué medida se había inspirado en la guerra sucia protagonizada por el GAL contra ETA o en el terrorismo en España, Silva afirma que «en lo que hay analogías es en el hecho de que en mi novela hay una frontera que dificulta la lucha antiterrorista y que quienes toman la decisión de tomar el camino de la guerra sucia tienen como principal argumento que una de las razones por las que puede fracasar es porque existe esa frontera y, por tanto, la guerra sucia tiene que consistir en infiltraciones al otro lado de la frontera».

El escritor reconoce que ese aspecto le interesaba porque, entre otras cosas, «durante buena parte de la historia, mi protagonista es un infiltrado».

Por contra, en lo que reconoce haberse apartado de la realidad española es en lo relativo a «la organización». «Digamos que el GAL fue una chapuza y, además, quienes tomaron el control de las operaciones resultaron ser personas poco fiables», ha subrayado.

Sin embargo, ha añadido, «en la novela hay una organización profesional donde las personas están más escogidas, por ejemplo, el protagonista, que ha sido elegido por sus capacidades y porque ha justificado en el entrenamiento que es una persona que tiene mucha integridad».

Preguntado el creador de la serie protagonizada por los guardiasciviles Bevilacqua y Chamorro si los episodios de guerra sucia pueden servir de excusa para ser esgrimidos en otras coyunturas o con fines partidistas, Silva entiende que «la mejor medida de las operaciones de guerra sucia es que no son rentables en el largo plazo porque quien dispone de la posibilidad de invocar hechos amparados bajo esas campañas no dejará de hacerlo, entre otras cosas, para minimizar sus propias acciones y sus propias culpas».

En este punto, Silva considera que «no cabe ninguna duda de que el entorno ideológico que siempre ha justificado el terrorismo de ETA y que ahora todavía se resiste a despojarlo completamente de justificación, uno de los principales argumentos que encuentra es la guerra sucia que, en un momento determinado, llevó adelante el Estado en España».

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