Bomberos valencianos y perros de rescate han recibido un homenaje tras regresar de Turquía, donde la semana pasada rescataron con vida a tres personas de una de las ciudades arrasadas por los terremotos; entre ellos, un padre y su hija.
«Los familiares están esperándote a pie de los edificios derruidos y eres su última esperanza para que se queden tranquilos de que la gente está fallecida y pueden trasladar los cadáveres y sacar los escombros (...) Estuvimos al cien por cien», ha manifestado el responsable del grupo de intervención en catástrofes de la ONG Bombers pel Món, José Barea.
Decenas de bomberos acompañados por los perros han protagonizado un acto de agradecimiento en el Palau de la Generalitat en nombre de toda la sociedad valenciana. «Representáis la humanidad, la solidaridad, la conciencia y la profesionalidad más allá de vuestro trabajo cotidiano. Estamos absolutamente orgullosos de vosotros (...) El peor pecado es la indiferencia», ha proclamado el 'president', Ximo Puig, acompañado por la consellera de Interior, Gabriela Bravo.
Los efectivos --tanto de Bombers pel Món como de la ONG Intervención, Ayuda y Emergencias (IAE), del cuerpo municipal de València y del Consorcio Provincial-- trabajaron durante siete días sin descanso en la zona y se retiraron el domingo, al comunicarles las autoridades que ya no eran necesarios porque ya no había posibilidad de rescatar a más personas con vida.
Lograron sacar de las viviendas arrasadas a cuatro personas: una primera con vida y otras tres pertenecientes a una familia; un padre y su hija con vida y su otro hijo ya fallecido. Ahora se centran en la segunda fase: el envío de ayuda humanitaria.
«Después de bajar la adrenalina, vemos el resultado (...) Trabajamos todo lo que pudimos: el balance es muy positivo al rescatar a tres personas con vida para la cantidad de edificios derruidos y muertos», ha declarado Moisés Belló, presidente de IAE, ONG para la que es su duodécima intervención en un terremoto.
A pesar de la experiencia, «sigue siendo exactamente igual de duro que al principio cuando te encuentras una devastación tan grande; empiezas de cero», ha constatado este bombero, uno de los primeros en movilizarse el lunes de la semana pasada junto a una docena de rescatadores y dos perros.
"todavía pienso en ellos"
«Uno no se acostumbra; todavía pienso en ellos, en la gente que está viviendo en la calle con hogueras, mantas y mucho frío. La devastación era brutal, salvaje, en la ciudad de Adiyaman donde estuvimos creo que no va a quedar nada en pie. Es complicado quitártelo de la cabeza», ha afirmado Teo Javaloyes, presidente de Bombers pel Món, ONG que trabaja desde 2017 en cooperación y para la que era su primera intervención en una catástrofe.
Y es que, como ha señalado el inspector jefe del Consorcio de Bomberos, José Miguel Basset, «por mucho que se entrene, la realidad lo supera con creces». «Pero recompensa a título profesional y personal y justifica la razón de ser bombero», ha recalcado, ya que «el saldo a pesar de la tragedia es positivo».