Turismo y redes sociales en 2024, una estrategia en evolución

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El año 2024 ha consolidado una tendencia que lleva años gestándose: las redes sociales ya no son solo una herramienta de promoción, sino una pieza estructural en la organización del sector turístico. Tras dejar atrás el impacto de la pandemia, los destinos han batido récords de visitantes, pero también han aprendido que el éxito no se mide solo en cifras, sino en percepción, reputación y conexión directa con el viajero.

Durante este año, hemos visto cómo la comunicación turística ha evolucionado hacia lo inmediato, lo emocional y lo personalizado. TikTok se ha afianzado como motor de búsqueda para los más jóvenes, mientras que Instagram sigue siendo el escaparate aspiracional de los viajes. YouTube ha recuperado fuerza como fuente de inspiración más pausada, y los reels han marcado la pauta. Incluso en LinkedIn, donde el contenido corporativo ha dado paso a mensajes más humanos y cercanos, incluso desde perfiles institucionales.

Pero más allá de formatos y algoritmos, el 2024 ha sido el año de la estrategia. Las organizaciones turísticas han entendido que no basta con estar: hay que saber para qué se está. Se ha apostado por calendarios de contenido más elaborados, campañas 360° que integran experiencias reales con embajadores locales, y acciones coordinadas entre destinos, alojamientos, restauración y cultura. Ya no hablamos de «publicar», hablamos de conectar, generar confianza y ofrecer valor constante a largo plazo.

Uno de los grandes protagonistas ha sido el creador de contenido. Frente a los grandes influencers con millones de seguidores. Aquellos que conocen el destino, lo viven y lo cuentan desde dentro. Esta microsegmentación ha permitido a muchos territorios posicionarse en nichos concretos: turismo activo, gastronomía, bienestar, sostenibilidad…

En paralelo, se ha reforzado la colaboración entre administraciones y agencias de comunicación especializadas, conscientes de que la profesionalización de los canales es imprescindible. Ya no basta con tener presencia digital: hay que medir, analizar y adaptar. El social listening se ha convertido en una herramienta estratégica para detectar intereses emergentes, gestionar crisis reputacionales o identificar oportunidades antes que la competencia.

Las redes sociales también han sido, en muchos casos, el primer canal de atención al viajero. La inmediatez, el lenguaje natural y la posibilidad de resolver dudas en tiempo real han mejorado la experiencia turística incluso antes de llegar al destino. Esto ha exigido una mejor organización interna y más formación para los equipos que las gestionan, así como una planificación más ágil ante situaciones imprevistas.

En este contexto, la inteligencia artificial ha tenido un impacto creciente. Hemos visto cómo herramientas de IA generativa han permitido crear contenidos de forma más eficiente, desde textos y vídeos hasta recomendaciones personalizadas para los visitantes. Algunas oficinas de turismo han incorporado chatbots multilingües con IA entrenada en sus propios destinos, mejorando la atención y resolviendo dudas en segundos.

La IA también ha facilitado la segmentación de audiencias, la detección de patrones de comportamiento y la automatización de campañas más precisas. No sustituye la creatividad humana, pero amplifica sus posibilidades y permite a los equipos centrarse en lo estratégico. Esta transformación no solo es tecnológica, sino también organizativa: exige repensar cómo se generan y se gestionan los contenidos en un entorno que cambia a gran velocidad.

En resumen, 2024 ha sido un punto de inflexión. El turismo ya no se comunica solo desde folletos o páginas web: se organiza, se cuenta y se transforma desde las redes. Y quienes entienden su potencial no solo como altavoz, sino como espacio de relación y construcción de marca, parten con ventaja para afrontar el futuro. Porque en un mundo hiperconectado, la diferencia no está en tener seguidores, sino en tener impacto.

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