Resumen del año turístico 2024

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La aportación de la actividad turística al PIB aumentó el pasado año hasta el 13,%, un punto más que el año anterior y por encima de los datos anteriores a la pandemia. Estas buenas cifras se deben en parte a un cambio de paradigma en el consumo. Nuestros principales clientes, incluidos los españoles, han priorizado el gasto en disfrutar y conocer -carpe diem-.

Durante el año pasado el turismo ha sido el sector más dinámico de nuestra economía, responsable de un tercio de su importante crecimiento -el mayor de entre los países de la OCDE y con un porcentaje superior de la importante creación de empleo- cerca de medio millón de nuevos afiliados a la seguridad social.

Han mejorado la desestacionalización y la redistribución geográfica de las corrientes turísticas. El alojamiento en hoteles se ha mantenido estable mientras que ha crecido el número de pernoctaciones en viviendas de uso turístico y en las de amigos y familiares, aunque bajo esa rubrica a veces se esconden alquileres alegales o ilegales.

Al iniciarse el año, las perspectivas eran negativas y la situación no mejoró según avanzaba el calendario. Económicamente los estados europeos de donde mayoritariamente proceden nuestros turistas, daban síntomas de debilidad. Solo Estados Unidos y los países con monedas ligadas al dólar gastaban generosamente, debido a la fortaleza de esa moneda. El número de turistas procedentes de China y Japón ha crecido, pero todavía no hemos llegado al nivel del 2019.

El año ha terminado en un contexto aún peor. Los problemas económicos de Alemania se han agravado, mientras que el resto de las grandes economías europeas renquean. España y los países de nuestro entorno tendrán que hacer esfuerzos para aumentar el gasto en defensa, en detrimento de otros sectores, especialmente tras la negativa de Trump de garantizar la seguridad de Ucrania y el resto de Europa. El crecimiento del nacionalismo populista es otra mala noticia para el turismo, por su naturaleza globalista.

Persisten ciertas debilidades como unos niveles de productividad e innovación del sector turístico inferiores a la media nacional, según la dirección general de economía del Banco de España, la falta de vivienda para los empleados en los principales destinos que impide cubrir los puestos vacantes, la plétora alojamientos de uso turístico y el exceso de visitantes en algunos lugares en ciertas épocas del año.

En los días de mayor saturación, en julio o agosto, el máximo de turistas en todo el país fue de unos 2,3 millones, ni siquiera un 5% de la población nacional, pero mal distribuidos. Hay municipios en los que algunos días de julio o agosto el número de turistas superó al de residentes. Los 8 principales municipios turísticos concentran el 20% del total de pernoctaciones. En alguno de ellos hay que sumar los miles de cruceristas que pueden desembarcar en un día. Consumen mucho espacio escaso y gastan poco.

Autoridades y empresarios han insistido en que hay que dejar de vanagloriarse de las cifras de visitantes y centrarse en la rentabilidad, pero las políticas de unos y otros, no siempre siguen a las palabras. Las previsiones empresariales indican que, a pesar de todas las dificultades, este año seguirá el crecimiento, puesto que las fortalezas de nuestro sistema turístico son extraordinarias: las empresas gestionan los costes implacablemente, la mano de obra es competente, la energía barata. Hay seguridad física y jurídica y magnificas infraestructuras, incluidas las sanitarias. Nuestras ventajas relativas son claras: proximidad y buena conectividad con los principales mercados; los turoperadores, las compañías aéreas europeas y los potenciales clientes apuestan por España, lo que se traduce en un alto índice de repetición y en la confianza de los inversores internacionales que ponen su dinero en los niveles superiores de la oferta hotelera. 2024 ha sido un año sorprendentemente exitoso.

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