Decía el Archiduque Luis Salvador de Austria en un discurso ante el Fomento de Turismo de Mallorca que uno de los atractivos de Mallorca era el buen vino a buen precio que se podía consumir en Mallorca. En aquel momento fueron pocos los que creyeron en las palabras del Arxiduc, como se le conoce popularmente, arraigadas en el comentario de Plinio El Viejo, cuando en su libro Historia Natural ya comparaba los vinos de Balears con los mejores del Imperio Romano. Se tardaron años, incluso esa tendencia a valorizar más lo de fuera que lo propio, que tanto padecemos en esta isla, hizo y hace, que para muchos todo lo que viene de fuera, especialmente el vino, sea mejor. Tuvieron que ser las oleadas de turistas, especialmente los de origen alemán, que libres de prejuicios y tópicos, revalorizaran el vino de Mallorca y nos felicitaran por la calidad de nuestros vinos. Aún hoy el vino elaborado en Mallorca es visto por muchos como un producto para extranjeros, como algo poco serio, comparándolo con los vinos de Rioja, Ribera o Rueda... y los años e inmensas cantidades de dinero público invertidos en su promoción.
Afortunadamente los prejuicios nunca son eternos y, aunque lentamente, se van superando. Hemos visto como de aquel desprecio a las variedades locales de Mallorca, tildadas por muchos como rústicas y poco elegantes, hemos pasado, gracias al buen trabajo de muchos bodegueros y a una mejora de los viñedos y los procesos de elaboración, a una revalorización de variedades como el premsal blanc, el mantonegro y el callet. Se han ido incorporando nuevas variedades como el giró ros, escursac, etc, que nos permiten ampliar la singularidad de los vinos de Mallorca y, muy especialmente, ofrecer al resto del mundo unos vinos únicos y de gran calidad que pueden encontrarse desde Nueva York, aunque a la hora de escribir este articulo tengamos el corazón en un puño pendientes de los aranceles que la administración Trump pueda poner al vino de Europa en unos momentos de claro crecimiento de la exportación de nuestro vino a EEUU, a Tokio, pasando por la mayoría de países europeos. Aún recuerdo la foto de felicidad que recibimos de la añorada Lourdes Picó, cuando en uno de sus viajes a Londres, encontró en los estantes de Marks and Spencer, botellas de Macià Batle y una nota en la estantería, alabando el vino de Mallorca y, es que, el vino de la isla, cuando se exporta es mucho más que una botellas de vino, es la muestra de que Mallorca es mucho más que sol y playa, que no todo son ballermans y hooligans, que aquí somos gente laboriosa que siempre hemos trabajado y cuidado la tierra, transformándola y embelleciéndola, para elaborar productos de alta calidad que, parafraseando aquel famosos anuncio cervecero, «donde va, triunfa».
Los que vivimos este sector desde el viñedo hasta su transformación en vino aún nos sorprendemos al ver como aparece gente en nuestros cellers que quiere catar y disfrutar del vino porque ha leído o visto a algún amigo que le ha contado de la excelencia de los vinos de Mallorca. Somos embajadores de la Mallorca sostenible, de la belleza de nuestros paisajes y de un estilo de vida envidiado por muchos. No desaprovechemos las oportunidades que el vino nos brinda para promocionar Mallorca, enseñemos las fotos de los viñedos verdes en pleno verano, de la gente sonriendo catando vinos en una bodega o en el mismo hotel o vivienda en que se alojan, seamos conscientes de todo su potencial y que cuando alguien visite la isla tenga como una de sus actividades casi obligatorias, catar los vinos y la comida de la isla, y que sea este uno de los mejores recuerdos que se lleva para, cuando de vuelta en su lugar de origen busque en sus restaurantes o en los lineales de sus cadenas de supermercados, una botella de vino mallorquín que le recordará aquellos maravillosos días que paso en aquella isla de campos dorados por el sol y de viñedos verdes con uvas blancas y tintas. Y no solo por ellos, también por nosotros, por tener un motivo más de orgullo de nuestra isla sabiendo lo bien valorados que están sus vinos-, muchos de ellos premiados en los mejores y más famosos concursos del mundo, solo Macià Batle, por citar la más premiada, ha ganado más de 375 premios internacionales en países tan dispares en sus gustos vinícolas como Francia, Bélgica, Suiza, Alemania, Portugal, Austria, Inglaterra, Canadá, Estados Unidos y, obviamente en España, donde entre otros la Unión Española de Catadores otorgó al Macià Batle Blanc de Blancs el Premio Luis Hidalgo- Gran Baco de Oro al mejor vino de España, siendo la primera vez que un vino de Mallorca consigue el premio absoluto en un concurso celebrado en Madrid.