En la mayoría de los mercados los precios ajustan la oferta y la demanda, pero el mercado de trabajo es especial. Es un mercado que condiciona el nivel de vida de la población, ya que la mayoría de los ciudadanos no dispone de otra fuente de ingresos. Es el único factor de producción que es inseparable de su propietario y le afecta, no solo el salario, sino la seguridad del empleo, la vivienda que pueda alquilar o comprar cerca del mismo, o sus oportunidades de promoción y posición social. La oferta de trabajo en el mercado depende especialmente de la evolución de la población, de ahí su conexión con la demografía, que depende a su vez de la natalidad, la longevidad y la inmigración. La tasa de natalidad balear triplica a la española, pero se ha reducido en cinco puntos desde principios del siglo XXI, y aun así, sigue superando a las defunciones, siendo una de las tres únicas tasas vegetativas positivas de las comunidades autónomas de España. La inmigración por motivos laborales se ha disparado en los últimos 30 años y son realmente los inmigrantes los que sostienen el crecimiento poblacional de las islas. Por otra parte, la demanda de empleo responde a las necesidades de producción de las empresas. No suele ser un mercado libre, sino regulado por leyes y también por negociaciones colectivas entre sindicatos y patronales, en que la fijación del salario está influida por las calificaciones, habilidades y experiencia del trabajador, la productividad de la empresa, la normativa laboral, y especialmente por el ciclo económico con sus momentos de expansión o recesión que da lugar a un mayor o menor desempleo. La evolución del coste de la vida afectará al salario real (cociente entre el salario y los precios y mide el poder de compra de los salarios) que perciben los trabajadores por lo que presionará al alza sus salarios monetarios si sube el IPC, incrementando los costes de las empresas y el precio de sus productos lo que, junto con el crecimiento del dinero, determinan la inflación. La inflación en las Balears en estos tres últimos años supera a la media española.
La principal conexión económica es entre la producción y el desempleo. Después del colapso que supuso la pandemia de 2020, se produjo un crecimiento muy elevado del PIB en las Balears (once y catorce por ciento los dos primeros años y entre el cinco y el seis por ciento los dos últimos). ¿Cómo se convierte este crecimiento económico en reducción de la tasa de desempleo? El modelo productivo de España requiere crecer más de dos puntos para crear empleo y tiene una particularidad, ya que en recesión se destruye tres veces más empleo que el que se crea en la fase de expansión. En Balears, sin embargo, el mercado es más dinámico y tiene menos rigidez, por lo que la tasa de paro (cociente entre el número de parados y la población activa) se reduce más y es hasta cinco puntos menor que la nacional (el 6,2% frente al 11,2%). También la tasa de actividad (cociente entre la población activa y la población en edad de trabajar) es superior en ocho puntos a la media española (67,2% frente al 59%), es decir casi el 70% de la población balear en edad de trabajar lo hace o busca trabajo. El desempleo en la temporada turística (marzo a septiembre) es muy bajo y afecta especialmente a los jóvenes, a no cualificados y a parados de larga duración. Las islas generan una actividad económica que supera con mucho a la fuerza de trabajo residente disponible debido a que la actividad turística es muy intensa en trabajo. Los trabajadores necesarios por millón de euros que se genera (cociente entre la población activa y la unidad de PIB en millones de euros), es bastante superior en Balears que en España y es un 50% superior a los que demandan las empresas en Alemania. Además, se generan nuevos puestos de trabajo en los que la formación y la oferta existente de trabajadores no se adecúa a esta situación cambiante, por lo que muchas empresas de las islas buscan trabajadores en Europa, en algunos casos para poder cubrir todos los turnos y en otros para que sus conocimientos y experiencia se adecúen al puesto.
El año pasado (2024) y los dos anteriores, el principal problema en Eivissa es el acceso a la vivienda y los altos precios que tienen. La conexión del mercado de trabajo con el de la vivienda es ahora crucial. Afecta a los trabajadores públicos y los privados que no les compensa venir a las islas, y si lo hacen tienen que alojarse en infraviviendas, caravanas y coches o en chabolas. Es el nuevo chabolismo, con grandes desplazamientos de personas hacia las grandes ciudades, la costa y las islas. Miles de personas se alojan en chabolas rodeando las ciudades. Así ocurrió en los años 50 y 60 del siglo XX con los grandes desplazamientos de la población a las ciudades en busca de trabajo y una vida mejor. En Eivissa y Formentera la presión sobre la demanda de alojamiento es tan grande y su oferta tan escasa que ha fortalecido a una potente clase media de propietarios con un aumento acelerado del valor de su riqueza patrimonial y elevadas rentas de alquileres, junto a propietarios de hoteles y restaurantes de lujo cuyos precios se han multiplicado también. La distribución de la renta y la riqueza dependerá del resultado de la lucha de intereses de los diferentes grupos y de la clase de regulación que realice la Administración Pública. El mercado de trabajo está en el centro de todo este proceso y resume mejor que ningún otro la situación económica y social de las Balears.