Después de un largo período de tipos de interés cercanos al cero por ciento, incluso negativos, el asomo del fantasma de la inflación general, que se situaba en el 9,2% en el segundo semestre de 2022, hizo sonar todas las alarmas en la eurozona y provocó, como principal causa, que el Banco Central Europeo emprendiera una enérgica subida, con una evolución de 0,50 en julio; 1,25 en septiembre; 2,00 en noviembre; y 2,50% en diciembre, marcándose un único límite: que la economía no cayera en recesión. Este rápido aumento de tipos fue moderándose en 2023 con aumento de sólo dos puntos más, alcanzando los 4,50, que prácticamente se ha mantenido durante el primer semestre de 2024, fluctuando a la baja en el segundo hasta llegar al 3,15% a finales de año, cuando la inflación parecía si no dominada, al menos controlada.
En el marco de recuperación del crecimiento económico, en 2024 el resultado de los cambios en la política monetaria sobre los agentes económicos ha sido fructífero. Por una parte, con el descenso de la inflación, el incremento de las rentas de capital y la mayor recuperación del poder adquisitivo de los hogares, el efecto sobre el consumo se ha notado y especialmente cuando además ha contado con una mayor financiación a plazo, si bien con un efecto negativo derivado: los impagos de las tarjetas de crédito que han vuelto a los niveles de 2008. Por otra, las inversiones de las empresas, por encima del cashflow retenido, tampoco se han hecho esperar.
Por lo que respeta a España, el marco de referencia ha sido todavía mejor por su relativo mayor incremento de la producción de bienes y servicios en comparación a la eurozona en su conjunto. Crecimiento de la actividad económica que ha arrastrado el aumento del empleo y que ha permanecido intacto hasta final de año, en cuyo cuarto trimestre el fuerte incremento de la inversión ha sido determinante, cuando se mantenía el consumo con el refuerzo de las ayudas y subvenciones a las rentas más bajas, a la vez que se seguía incrementando el salario mínimo interprofesional por encima del I.P.C., tal y como viene sucediendo desde 2018. Alta inversión final a pesar del déficit presupuestario continuado, que constituye la partida más desfavorable del balance económico y que en algún momento se habrá de atajar, al seguir elevando el endeudamiento público que la frena, al contar con menos fondos reales para financiarla.
Dentro de estas mismas coordenadas, Balears, con mejor situación de la actividad económica, descenso de la inflación, incremento de los tipos de interés y mayor recuperación del poder adquisitivo de los hogares, ha visto favorecido en principio la generación de ahorro privado, una parte del cual se destinaría a depósitos bancarios, al alza, como se puede apreciar en los cuadros de depósitos de Balears que se acompañan. En referencia a los créditos, este mismo entorno ha coadyuvado a la amortización de una parte de las cifras vigentes de crédito vivo, mientras seguía la demanda de nuevos préstamos con destino a inversiones, dándose la circunstancia de que el resultado total de las operaciones de crédito realizadas ha compensado las amortizaciones, por cuyo motivo se siguen manteniendo similares cifras totales.
Balears, ejerciendo el papel de liderazgo en el sector turístico, ha seguido apostando por mejorar el producto turístico, básicamente mediante una mayor inversión. Esto significará una variación mejor del gasto respecto al número de turistas, que derivará en mayor crecimiento económico futuro, más empleo e incremento de la demanda futura, consumo e inversión. La dependencia de los mercados emisores deviene la variable de este sector, cuya evolución dependerá de la fortaleza de sus economías. En consecuencia, el desempeño de sus dirigentes políticos cobra una relevancia esencial en unos tiempos en que la geopolítica ha pasado a ser fuente de incertidumbre económica.