Es en partidos como el que ha jugado el Mallorca ante el Girona donde se consigue un objetivo que va más allá de los números: El de la credibilidad. Lo normal en el equipo de Arrasate es la imagen que vimos en Son Moix este sábado, por esto es tan difícil de digerir un partido como el del pasado fin de semana ante el Celta. Hemos visto más al Mallorca que gana al Girona que no al equipo de Vigo y eso es innegable. Este grupo tiene fe en la victoria y capacidad de sufrimiento, pero también talento. La permanencia está más cerca por una simple cuestión de fe. Este equipo cree en él y en su entrenador.
El Mallorca exhibió empuje, carácter y garra, recuperó su mejor versión y supo hacer frente a la inferioridad numérica tras la expulsión de Muriqi. Fue una heroica remontada que el Mallorca fue capaz de amarrar en un ejercicio de supervivencia. Resistió, sufrió y ganó.
Con 27 puntos y tres todavía por jugar para que finalice el año (resta el partido en Getafe) el equipo bermellón podrá asistir a la fiesta de principio de año con los deberes hechos. Primero la emoción de la Copa y después la experiencia de la Supercopa en Arabia. El club está logrando el gran objetivo de la estabilidad a todos los niveles. Qué más se puede decir. Disfrutemos el momento porque uno no sabe en fútbol cuándo puede durar esto.