El Atlético de Madrid hizo un partido para el museo de los horrores el pasado miércoles en París, pero consiguió un valioso triunfo (1-2) ante el PSG en el último suspiro. El Mallorca, claro, no es el PSG, no dispuso de tantas oportunidades como los de Luis Enrique, pero neutralizó por completo a los madrileños en el primer tiempo. La segunda parte fue otra historia. En todo caso, como los parisinos, el Mallorca perdió (0-1) y el Atlético sumó una victoria vital. El equipo de Jagoba Arrasate, de esta manera, acumula así por vez primera esta temporada dos derrotas consecutivas.
El Atlético, de inicio, se apoderó del esférico, aunque su dominio fue tan inútil como infructuoso. De hecho, no gozaron ni de una sola oportunidad clara de gol. El Mallorca, por su parte, exhibió su mejor versión en defensa, no concedió ni un pequeño resquicio al rival, al tiempo que buscaba la portería de Oblak siempre que podía. Larín, de cabeza, provocó el lucimiento del cancerbero poco antes de que los jugadores iniciaran el camino hacia los vestuarios en la mejor ocasión de la primera mitad.
La segunda parte fue muy diferente. Comenzó sin cambios entre los protagonistas, pero desde el primer minuto quedó claro que el Atlético movía la pelota con mayor rapidez. Los madrileños jugaban a un ritmo muy superior y las aproximaciones a la portería de Greif se iban acumulando. El Mallorca se defendía como podía y Simeone preparaba un cuadruple cambio cuando un magnífico contragolpe iniciado por Oblak acabó en gol. Julián Álvarez materializó el triunfo en el minuto 60 antes de que llegara el rosario de cambios.
Quedaba más de media hora, pero el Mallorca no estuvo bien. El Atlético, al contragolpe, se sentía cómodo y el once de Arrasate exhibió un excesivo desorden para buscar el empate. Prats dispuso de una clamorosa oportunidad, pero el gol no llegó.