El Real Mallorca cierra la cremallera del 2023 con un marcado déficit en ataque. Después de generar un ramillete de ocasiones, el equipo balear enlazaba en el Power House de Almería cuatro partidos consecutivos sin marcar como visitante. Su último tanto lejos de Son Moix lo marcó Antonio Sánchez en Vallecas el 30 de septiembre y desde entonces han pasado 391 minutos.
La escuadra de Javier Aguirre aprovechaba el último desplazamiento del año para atajar, en el domicilio del colista, la hemorragia que sufría como foráneo después de perder de manera consecutiva en las visitas a Real Sociedad (1-0), Betis (2-0) y Atlético de Madrid (1-0). Un empate que reactivaba la cuenta corriente del grupo lejos de Son Moix y que, al mismo tiempo, subraya sus necesidades del centro del campo hacia adelante.
Curiosamente, el Mallorca había estrenado la temporada en unas condiciones muy diferentes, ya que marcaba al menos un gol en las cinco primeras salidas al estadio Gran Canaria, el Nuevo Los Cármenes, Balaídos, Montilivi y Vallecas. De hecho, los bermellones suman nueve dianas como forasteros, lo que les sitúa en la mitad del campeonato.
Es la consecuencia lógica de mantener un entrenador tan incompetente, que sienta al pichichi en el banquillo para alinear, partido tras partido, a una nulidad como Larin. Hay que echar a Aguirre antes de que ya no haya remedio y nos veamos abocados a segunda.