Han tardado en salir del cajón, pero ya hay un montón de calculadoras sobre la mesa. A tres capítulos del final, el fuego avanza por la parte baja de la clasificación y amenaza con llevarse por delante a algún equipo en unos días, ya que la jornada intersemanal que se destapa mañana podría certificar matemáticamente los primeros descensos. En el caso del Mallorca, el fin de semana ha resultado devastador. Agotada la magia de Son Moix, el único sitio en el que se sentía seguro, el equipo de Javier Aguirre ha regresado a la zona roja de la tabla y, lo que es más grave, ha perdido el control de la situación y de su futuro. Con un espinoso calendario todavía por rebañar, ha dejado de depender de sí mismo para cederle esa ventaja a sus dos grandes rivales en esta agónica caminata por la supervivencia, Granada y Cádiz, que se salvarían si ganaran los tres partidos que les faltan por tachar.
Los amarillos se la jugarán contra Real Sociedad, Real Madrid y Alavés y los rojiblancos, frente a Athletic, Betis y Espanyol. El Mallorca, obligado a recolectar todo lo que pueda mientras aguarda que alguno de los dos se equivoque, tiene otra grieta por la que podría escapar: el triple empate a puntos. En ese supuesto el que caería al pozo sería el Cádiz, que es el que peores resultados ha firmado en los duelos directos entre los tres. Aquí, en cualquier caso, hay un matiz importante. Alavés y Levante deben mantenerse por detrás, ya que si alguno de esos dos equipos que ahora mismo parecen descartados de la batalla –ambos podrían certificar matemáticamente el descalabro entre el miércoles y el jueves– se mete en el grupo el paisaje cambiaría muchísimo.
La 36ª jornada que se desarrollará entre mañana y el jueves será determinante en una dirección u otra. Para el Mallorca es, aparentemente, la más complicada de las tres que les restan por superar. A su pésimo momento de forma como visitante –encadena nueve derrotas seguidas lejos de Son Moix y no suma un solo punto fuera de casa desde hace casi medio año– se le une la dificultad del Sánchez Pizjuán y la necesidad del Sevilla por asegurar su presencia en la próxima entrega de la Liga de Campeones, aunque los hispalenses lo tienen bastante encarrilado tras la derrota del Betis y su empate en Villarreal. Un punto en el hogar sevillista sería un tesoro, sobre todo si el Cádiz regresa con las manos vacías de Anoeta, donde la Real Sociedad tiene prisa por blindar su plaza de Europa League.
De todas formas, no será fácil. El equipo balear acabó muy tocado su partido contra el Granada y el Sevilla es el segundo mejor equipo de la Liga en Nervión, donde el Mallorca no puntúa desde 2011.
Los dos últimos encuentros para los isleños son, en principio, mucho más asequibles, ya que ni Rayo ni Osasuna se jugarán nada relevante. El conjunto vallecano, señalado en la primera vuelta como una de las revelaciones del campeonato, ha perdido mucha altura tras doblar la esquina de la temporada pero ha asegurado matemáticamente su continuidad entre los grandes tras su empate de ayer en el Coliseum. Los navarros, por su parte, todavía conservan una pequeña posibilidad de entrar en la Conference League, aunque lo más probable es que cuando disputen la última jornada ya se haya evaporado. Tras el 2-6 del sábado, cualquiera en el vestuario del Mallorca firmaría llegar con vida a ese partido en el El Sadar. Curiosamente, hace dos años se vivió un escenario parecido y el equipo de Vicente Moreno se precipitó al vacío una semana antes disputar en Pamplona una última fecha que ya no sirvió para nada.