Después de dos segundos puestos y una desclasificación, por fin levantó los brazos el belga Jasper Philipsen (Alpecin Deceuninck), ganador al esprint de la décima etapa del Tour, disputada entre Orléans y Saint-Amand-Montrond, de 187,3 km, jornada lenta y de transición que mantuvo al esloveno Tadej Pogacar (UAE) con el maillot amarillo.
Con un lanzador de lujo como el campeón del mundo Mathieu Van der Poel, Philipsen (Ham, 26 años) impuso su velocidad con autoridad por delante del eritreo Biniam Girmay (Intermarché) y del alemán Pascal Ackermann (Israel), dando tiempo al pelotón con 4h.19.06, a una media de 43,2 km/h, la más baja prevista.
En un día muy parecido a una marcha cicloturista, los hombres de la general se mantuvieron en sus puestos sin despeinarse. Pogacar sigue al frente con 33 segundos sobre Evenepoel y 1.15 respecto al danés Jonas Vingegaard. Fuera del podio provisional Roglic está a 1.36, Ayuso a 2.16, Carlos Rodríguez a 2.31 y Mikel Landa a 3.35 y el mallorquín Enric Mas a 6.27.
De paseo, sin viento, y el recuerdo del 'palo' a Valverde
Orléans, la ciudad de Juana de Arco, engalanada con enormes fotografías de todos los vencedores del Tour de Francia en sus principales calles, lanzó una etapa «para los esprínteres, con pánico a los abanicos», ya camino del sur, con el personal pendiente de un viento que apenas apareció.
Y es que la historia marcó para siempre una etapa de 2013 que llegó a Saint-Amand-Montrond. Una considerable ventolera hizo perder a Froome un minuto y fulminó a Valverde con 9.54. Ganó Cavendish, el keniano-británico se llevó en París el primero de sus cuatro Tours y el episodio de Eolo quedó marcado para siempre. Por los demás, era la etapa con menor desnivel de la presente edición, 959 metros.
El calor y las fuerzas que ya van escaseando no animaron a los aventureros habituales. Tampoco había en juego puntos para la montaña. Así que se instaló el paseo a ritmo de caracol, por debajo del horario previsto más lento. Los favoritos nada se jugaban, no era su guerra, y los fugitivos se abstuvieron de perder tiempo y energías ante un esprint inevitable.
Solo a 60 kilómetros del final, entrando en una zona de vientos cruzados a 20 km/h procedentes del suroeste subió el ritmo a niveles que parecieron serios. Los líderes aparecieron delante en esta zona, al paso por Issoudun, donde la carrera explotó en 2013, camino a Saint-Amand-Montrond.
El UAE Team Emirates de Tadej Pogacar tomó las riendas del grupo con Politt y Wellens, por si el viento, lateral, se llevaba a alguno. Incluso el Visma asomó en cabeza con Vingegaard atento. Todo un espejismo. Volvió la calma, la siesta, el ritmo cansino. La suerte estaba echada. Soplaban aires favorables para concretar una perfecta etapa somnolienta.
El pelotón despierta y Philipsen abre la cuenta
El pelotón tampoco se alteró con apenas 10 km para llegar a Saint Amand Montrond, localidad natal del doble campeón mundial Julian Alaphilippe, ausente muy a su pesar en este Tour. Lugar inolvidable para el ciclismo español, pues allí se encumbró tras una crono el abulense Carlos Sastre, quien llegó a París un día después con el maillot amarillo que días antes había conquistado con una hazaña en solitario en Alpe D'Huez.
No obstante estaba en juego el triunfo de etapa. No hubo escapada, ni ataque alguno, solo actitud de descanso. Incluso hubo serios apuros para elegir al ciclista combativo del día, decisión que toma a diario un jurado al que pertenece Laurent Jalabert, figura de aquel ONCE. El belga Kobe Goossens tuvo al final tal honor.
Despertó el pelotón a 6 km de meta. Tardío comienzo de etapa con los equipos de los esprinters, a 70 por hora buscando la mejor colocación para su «guepardo». El Astana trató de que Cavendish lograra la victoria 36 mientras Girmay marcaba a Philipsen.
Pero el belga contó con un cohete como lanzador. El maillot arcoíris de Van der Poel apareció poderoso para descolgar rivales y poner a Philipsen el triunfo en bandeja de plata. Arrancó de lejos, mantuvo la posición y, por fin, levantó los brazos.
Era la séptima etapa en el Tour para el ganador de la Milán San Remo 2024, quien acumula 47 laureles en su palmarés, cinco de ellos esta temporada. En la etapa caracol fue un misil en la recta de meta. Triunfo que alivia sus penas porque la confianza empezaba a mermar.
Este miércoles el Tour pasa el ecuador con la undécima etapa, entre Évaux-Les-Bains y Le Lioran, de 211 kilómetros, la segunda más larga. Cita con la media montaña en un final interesante en la única jornada del Macizo Central con 3.450 metros de desnivel. No faltará la dureza en un recorrido con 6 puertos, 4 de ellos en los últimos 50 km, el Col de Néronne (2a, 3,8 al 9,1), el Puy Mary Pas de Peyrol (1a, 5,4 km al 8,1), el Col de Pertus (2a, 4,4 al 7,9) y el Col de Font de Cère (1a,3,3 al 5,8) antes de la subida final a Le Lioran. Sin puertos míticos, es una etapa muy respetada.