Ceño habitualmente fruncido, voz grave, verbo directo. El nuevo entrenador del PSG, el francés Christophe Galtier, buscará imponer el nuevo estilo «más enraizado y con menos brillantina» que ha marcado la dirección catarí del club. Sin un esquema táctico fijo, atento a lo humano, mucho más próximo a un José Mourinho que a un Pep Guardiola y admirador del pragmatismo de Deschamps, así es el flamante comandante de la entidad parisina.
«Yo soy un técnico pragmático y no dogmático. Guardiola es un enorme entrenador, no se puede decir lo contrario, pero yo no soy jugador de ajedrez, si tengo que tener una referencia es la de Didier Deschamps», afirmó en una reciente entrevista en Eurosport. Toda una declaración de intenciones de Galtier, quien sustituye al argentino Mauricio Pochettino, un entrenador abonado al juego de posesión sentenciado desde el pasado marzo por su fracaso en los octavos de la Liga de Campeones ante el Real Madrid.
Aguerrido defensor del Olympique de Marsella y del Lille en los 80 y del Toulouse en los 90, el exentrenador del Niza asume su primer gran banquillo a los 55 años. De dirigir a jugadores prometedores pasará a lidiar con campeones mundiales, como Mbappé y Sergio Ramos; europeos, como Donnarumma; y al siete veces Balón de Oro Leo Messi.
Un reto complicado para un nombre poco conocido internacionalmente, aunque con buena reputación en Francia. El de Marsella ha sido elegido tres veces mejor técnico de la Ligue 1. Quienes lo conocen le describen como perseverante y meticuloso, dialogante o duro, según las circunstancias, y próximo a sus jugadores, aunque nunca amigo de ellos. Su mayor logro profesional fue el campeonato liguero de la temporada 2020/21 con el Lille, un equipo que doblegó al todopoderoso PSG.
Hasta llegar al Parque de los Príncipes, Galtier ha ido cumpliendo etapas. Empezó como ayudante en el Marsella, en el que se desempeñó a las órdenes de varios entrenadores, entre ellos Javier Clemente, entre 2000 y 2001. En aquella época, vivió uno de sus peores episodios como profesional. En un encuentro en abril de 2001 ante el AS Mónaco, supuestamente agredió en el túnel de vestuarios al argentino Marcelo «El Muñeco» Gallardo. Galtier, quien siempre defendió su inocencia en una época en la que había pocas cámaras, fue suspendido seis meses.
Sus colaboraciones con Aris de Salónica y Bastia antecedieron a su periplo como ayudante de Alain Perrin, con el que desfiló por varios equipos durante cinco años (Al Ain, Portsmouth, FC Sochaux, Olympique de Lyon y AS Saint-Étienne) hasta que en 2009 inició su aventura en solitario, sustituyendo precisamente al propio Perrin. En el histórico Saint-Étienne, realizó buenas temporadas, normalmente dentro de los puestos europeos, pero en 2017, después de ocho cursos, se marchó al norte del país, al Lille, entonces pilotado por el empresario hispano-luxemburgués Gerard López como propietario y por su mano derecha, un tal Luis Campos que hoy se encarga de diseñar un nuevo proyecto deportivo del PSG que apuesta por lo local.
Consagrado campeón de Francia contra todo pronóstico en 2021, se embarcó de nuevo hacia el caluroso sur, a Niza. En el proyecto de la compañía Ineos de Jim Ratcliffe se quedó algo por debajo de las expectativas en la única temporada que estuvo. Galtier descorchó, in extremis, el quinto puesto de la Liga francesa que dio al Niza acceso a Europa y cayó en la final de la Copa de Francia frente al Nantes, después de haber apeado en los octavos al que hoy es su nuevo club, el PSG.
Ahora, en el PSG, y con Mbappé, Neymar, Donnarumma y otras figuras, más los fichajes de menos renombre pero más efectividad que busca Campos (como el portugués Vitinha), Galtier tiene ante sí el intédito reto de lograr la Liga de Campeones, la obsesión de la propiedad catarí desde que desembarcó en compró el club en 2011.
El antecesor de Galtier, Pochettino, cerró su etapa parisina tras algo menos de 18 meses con un sabor amargo. Sustituto de Thomas Tuchel en enero de 2021, «Poche» logró las semis de la Liga de Campeones en 2021 y el campeonato de Francia en 2022, un saldo insuficiente para la gerencia catarí.
El extécnico del Tottenham y del Espanyol dispuso de una plantilla de ensueño, con Mbappé, Messi y Neymar en la delantera, que no pudo rentabilizar, en parte, por el desequilibrio en la confección del plantel, responsabilidad del brasileño Leonardo -ya fuera del club- y bajo la supervisión de Al-Khelaifi.
Un ejemplo de ello fue fichar en el verano de 2021 a Gigi Donnarumma en una plantilla que ya contaba con Keylor Navas, creando una competencia difícil de gestionar entre dos porteros de altísimo nivel. Mientras tanto, el centro del campo del PSG ha adolecido de falta de calidad, ya que solo el italiano Marco Verratti tiene nivel internacional en esa línea.
«No se trata de acumular sillas o muebles, un equipo de fútbol es crear un equipo de seres humanos (...) y que tienen que tener unas características para que tengan una armonía», confesó a EFE Pochettino, en una entrevista en marzo, antes del fatídico choque europeo ante el Real Madrid.