El fútbol español ha conquistado la última frontera: Siberia. Niños rusos entrenan el tiqui-taca en un estadio cubierto ya que los termómetros en la calle marcan 20 grados bajo cero. Es la academia del 'manacorí' Albert Riera, que enseña a sus alumnos lo que llevó a España a la cima. «Aquí les encanta el fútbol español, el tiqui-taca. Mi último equipo fue el Tom, que es de la ciudad de Tomsk, en el centro de Siberia. Aunque nunca llegué a jugar, ya que el club tenía deudas y la federación rusa le impidió fichar futbolistas», comenta.
Entonces, Riera colgó las botas (2018) y decidió quedarse a vivir en la tierra de su esposa, Yulia, oriunda de Omsk, ciudad que se encuentra a medio camino en Transiberiano entre Moscú y Vladivostok.
Ningún problema para el mallorquín, un trotamundos que jugó a lo largo de su carrera en más de una decena de equipos de países como España (Mallorca y Espanyol); Inglaterra (Liverpool, Manchester City y Watford); Francia (Girondins); Italia (Udinese); Turquía (Galatasaray); Grecia (Olympiakos) o Eslovenia (Koper y Zavrc). «Para mí ha sido fácil. Yo tenía muy claro que el que se tiene que adaptar eres tú. Igual me ayudó que con 20 años salí de Mallorca, me fui a Burdeos y tuve que aprender el idioma», asegura.
Ese bagaje, sumado a su experiencia internacional con la selección española -marcó uno de los goles en el partido ante Dinamarca de 2007 que dio inicio al tiqui-taca-, es lo que le ha traído a la inhóspita Siberia, donde el fútbol español es religión.
«Monté la academia porque me lo ofrecieron. Les gusta mucho el fútbol español, el control de la pelota, la posesión del balón, el tiqui-taca y demás. Ha tenido mucho éxito», explica.
Su antiguo compañero en el Liverpool, Luis García, le acompañó en la inauguración de la Academia Española de Fútbol Albert Riera en octubre de 2018 y su gran amigo, Pepe Reina, también le ha echado una mano, al igual que Xavi Hernández y Xabi Alonso, con los que comparte secretos.
Riera, que habla ruso con fluidez, participó personalmente en los entrenamientos en los primeros meses. Se le podía ver repartiendo camisetas de la selección española entre los niños y explicándoles cómo debían moverse por el campo en el estadio Estrella Roja.
«Hay dos grupos. Uno de niños entre 10 y 12-13 años, y después otro de 14-15 y 16 años. En España tendría un campus como otros internacionales. Aquí aprecian que les eche una mano. Si hay algún chico ruso que tiene talento y opciones de salir, yo estaré encantado de ayudarle. Yo soy de una isla pequeña como Mallorca y sé lo difícil que es salir», señala.
Aunque se acaba de jubilar como futbolista, ya tiene su librillo con los mandamientos del fútbol español labrados a fuego. Insiste en que no hay técnica sin táctica, por lo que es muy aficionado a enseñarles vídeos a los chicos.
«La técnica es importante, el talento es importante, pero si no sabes cómo moverte, cómo posicionarte, será más difícil llegar. En el fútbol español nos caracterizamos no sólo por ganar, no somos resultadistas. El resultado del fin de semana me da igual, estamos formando jugadores. Eso es lo que les inculco y lo que diferencia a España de otros países», apunta.
Su dominio del ruso, su amor por Siberia —le encanta la nieve y el esquí, pero no tanto el vodka— y la comida rusa le han convertido en una celebridad en este país.
Leyendas del fútbol ruso como Titov han colaborado con la academia y la prensa rusa, desde el canal de deportes Match TV al diario más leído del país, «Sport-Express», han escrito varios reportajes sobre el siberiano español.
«Cuando hablas de temperaturas de 30-35 grados bajo cero, los españoles me preguntan: ¿Cómo vives allí? Pero es que es un frío diferente al nuestro. En Mallorca cuando bajo a los cero grados, nos entra el frío hasta los huesos, pero es porque tenemos muy cerca el mar y hay mucha humedad», reconoce. Para el mallorquín, la temperatura «ideal» en Omsk es de 15 grados bajo cero, ya que está «todo blanco». «Es como los cero grados en España. Hace frío, pero te acostumbras. Los cero grados en Siberia es todo gris, la nieve se derrite y está todo sucio», apuntó.
Además, la academia le ha servido a Riera para «hacer prácticas», ya que recientemente se sacó la licencia de entrenador. Entre sus compañeros de clase hubo algunos de los artífices del tiqui-taca como Xavi y Xabi, además de Raúl o Capdevila. «Mi idea es ser entrenador. He estado en contacto con algunos clubes. Todos queremos empezar lo más arriba posible, pero no todos vamos a ser entrenadores del Barcelona», asegura.
El entrenador que más le marcó fue Luis Aragonés, que le hizo debutar con el Mallorca en liga y Champions, y le convocó para la selección española, aunque también habla maravillas del antiguo técnico del Barcelona, Ernesto Valverde, con el que coincidió en el Espanyol y el Olympiakos.
Mientras espera entrenar a algún equipo español en el futuro, baraja sus opciones en países como Dinamarca o Letonia. «No me da miedo ir de un lado para otro. Hay que empezar por algo. La categoría no es tan importante como la motivación. Tú mismo te darás cuenta cuando hay que dar el salto», apunta. Cree que «es muy difícil repetir» la hazaña de su generación —Eurocopa, Mundial y Eurocopa—, pero lo que considera innegociable es el estilo español y la bien ganada admiración del mundo del fútbol.
«Yo que he estado fuera puedo decir que nos respetan muchísimo. Está claro que el resultado es importante, pero no ganar de cualquier manera. Te gusta ganar algún partido en el minuto 90, de córner, un partido en el que quizás no has estado bien. Pero no quieres ganar todos los partidos así, tú lo quieres es jugar bien, disfrutar», afirma.
En Siberia quieren que se quede, pero ni Riera ni el fútbol español saben de fronteras.