El CD Manacor salió ileso de la llamada 'batalla de Almansa', pero en el club rojiblanco permanece todavía la indignación por los incidentes acontecidos el pasado sábado en el partido de ida disputado entre el conjunto peninsular y el equipo balear. El árbitro se vio obligado a suspender momentáneamente el partido en el minuto 90 debido a la posibilidad de que su asistente fuera agredido por el público y sólo una llamada a la Federación Española instándole a que continuara el choque, evitó el aplazamiento definitivo.
Joan Caldentey, vicepresidente del Manacor, explicó ayer que el trato recibido por parte de los directivos y aficionados del Almansa fue «indignante». «Nos trataron como perros. Sus directivos ni nos recibieron, no conozco ni al presidente ni al delegado ni a nadie. La afición no paró de insultarnos, de gritarnos mallorquines de mierda y al final tuvimos que salir de ahí escoltados por la Guardia Civil. Por los altavoces se gritaba incitando al público y a nuestro entrenador le lanzaron una lata de refresco a la cabeza. El Almansa no es un equipo digno de jugar en Tercera ni en Preferente», comentó Caldentey, todavía muy molesto por el trato recibido.
«Estábamos detrás de una portería tanto yo como el presidente del club, Rafel Sureda y los padres de dos jugadores y no paraban de insultarnos. Nadie del club nos invitó a situarnos en un lugar más seguro. Ahora jugamos en Manacor y sinceramente me apetece brindarles el mismo trato con el que ellos nos obsequiaron», dijo el vicepresidente del club.
Jaume Mut reconoce que lo de Almansa fue «una batalla» y que ya desde una hora antes del partido «entre 40 y 50 aficionados nos esperaban ya bien 'animados'» comentó. «Durante el partido -relata Mut- rompieron el banderín del linier, lanzaron objetos al portero hasta que el árbitro vio que la situación era tan tensa que decidió irse al vestuario. Está claro que pasamos miedo porque la situación estaba desbordada. Al final conseguimos un resultado remontable, aunque nos merecimos mucho más», comentó.