Cuando el balón arde, Sergio Llull siempre aparece. Da igual el escenario, el decorado o los figurantes. Cuando el ‘23' se impulsa, el mundo se detiene y el Real Madrid alza los brazos. Una ‘mandarina' del menorquín ‘a lo Michael Jordan' impulsó al conjunto blanco hacia la undécima Euroliga de su historia.
El taquicárdico triunfo ante el Olympiacos en la final de Kaunas (78-79) sirve para completar un título gestado desde lo imposible. La tangana del Wizink Center, lejos de ser un rejón de muerte, sirvió para estimular a un grupo que tiene la virtud de levantarse siempre. Rudy y Llull ya suman tres coronas continentales para igualar a Rafael Rullán en el Olimpo del deporte balear.